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Crítica:CRÍTICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Desafíos de signo opuesto

Orquesta de Valencia Obras de Mozart y Mahler. Katia y Marielle Labèque, piano. Orquesta de Valencia. Director: Miguel A. Gómez Martínez.La mirada musical que Katia y Marielle Labèque proyectan sobre el campo del dúo pianístico sobrepasa los criterios tradicionalmente aceptados acerca de la métrica y el fraseo. El constante desafío de las Labèque a la rutina que la parálisis mental sanciona como ley en los conservatorios representa sin duda un amargo cáliz, difícil de tragar para quienes hicieron de la propia estulticia su más sólido baluarte frente al contenido real de la música. El ataque pianístico en el primer allegro del Concierto en mi bemol mayor de Mozart transformó como por arte de magia el clima inicial de la versión. El director y la orquesta no tuvieron sino que plegarse a la dialéctica de las hermanas, fantásticamente sustentada por un mecanismo infalible y flexible en las variaciones de articulación y tempo. Toda la obra mozartiana fue una triunfal exhibición del juego virtuosístico puesto al servicio de la imaginación creativa. El bis de la Danza húngara nº 5 de Brahms permitió a las Labèque demostrar hasta qué punto la literalidad en la ejecución no siempre es sinónima de fidelidad al espíritu de la música. El desenfadado despliegue de variantes rítmicas y dinámicas introducido por las pianistas francesas reveló más acerca de esta página brahmsiana que las innumerables versiones orquestales de la misma escuchadas anteriormente en el Palau. La Quinta sinfonía de Mahler constituyó otro tipo de desafío para sus intérpretes. La magna partitura sobrepasa claramente las posibilidades técnicas de la Orquesta de Valencia y tampoco en su espíritu congenia con las cualidades musicales de Gómez Martínez. Una lectura premiosa y rígida, de la que estuvo ausente la carga ácida e irónica del idioma mahleriano, difícilmente podría hacer olvidar anteriores y magistrales ediciones de la sinfonía en el auditorio. A pesar de todo ello, no se ha de regatear a los profesores de la Orquesta de Valencia el esfuerzo material para defender con dignidad sus cometidos individuales. Bajo otra batuta -recordamos los Mahlers de Comissiona y Temírkanov con nuestra orquesta- los frutos de ese esfuerzo habrían sido más inspirados. Con Gómez Martínez la preocupación máxima recayó en sostener la fluidez del discurso, aunque ni las transiciones ni el desencadenamiento de las sonoridades más poderosas se vieran justificados por una profunda comprensión de la lógica interna que articula la estructura de la sinfonía, aparentemente caótica en ciertos pasajes del scherzo. Pues bien, lo que el viernes se advirtió fue simplemente eso: el caos.

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