_
_
_
_
EL PERFIL

JAVIER IMBRODA La felicidad y la canasta

J avier Imbroda ha sido el primer entrenador que ha aplicado la filosofía al baloncesto; la filosofía y las técnicas de empresa. El hombre que ha aupado al Caja de San Fernando de Sevilla a la final de la Liga ACB -como ya lo hiciera hace tres temporadas con el Unicaja de Málaga- sostiene una doctrina según la cual los jugadores, para rendir plenamente, deben divertirse. Si los jugadores botan el balón con melancolía o lanzan al cesto con una nube de tristeza en los ojos nunca doblegarán al contrario. Felicidad y canasta son dos elementos indisolubles. ¿Y el entrenador? ¿Qué es? ¿El encargado de mantener el jardín de Epicuro? Algo parecido: el entrenador, ha dicho Imbroda, "es un gestor de recursos humanos". Es, digamos, el aspecto gerencial del oficio e Imbroda ha sido un regular director de los departamentos de recursos humanos donde ha trabajado. No han sido muchos, pero en todos ellos ha dejado una huella imborrable: Maristas, Mayoral y Unicaja de Málaga, y desde esta temporada el Caja de San Fernando. Imbroda nació en Melilla dos días después del Día de Reyes del año 1961. Cuando acabó los estudios de Magisterio le ofrecieron una plaza de profesor en el colegio de los Maristas de Málaga. El joven diplomado aceptó la oferta y se trasladó a la península. Como casi todos los cambios de fortuna éste requirió un sacrificio: renunciar a jugar en el equipo de fútbol de Melilla, que militaba en la Tercera División. Imbroda, en Málaga, inició una nueva etapa como docente y liquidó su pasado como futbolista. En la temporada 1985-85 comenzó a entrenar al equipo del colegio, que militaba en la Primera B, a cambio de 25.000 pesetas mensuales. Allí empezó a aplicar sus teorías sobre la diversión al baloncesto y consiguió su primer éxito: en cuatro temporadas plantó al equipo en la Liga ACB. Su capacidad gerencial quedó de manifiesto cuando en la temporada 1989-90, al frente del Mayoral de Málaga, se fijó en dos desconocidos norteamericanos que jugaban en la remota liga irlandesa. Los mandó llamar y a cambio de un millón y medio de pesetas anuales fichó a quienes se convertirían en el mejor jugador y el mejor anotador de la liga ACB: Mike y Ray Smith. El Mayoral contaba entonces con uno de los presupuestos más discretos: 240 millones. Cinco años después, en la temporada 1994-95, con 90 millones más, al frente del Unicaja, fruto de la fusión entre el Caja de Ronda y el Mayoral Maristas, consiguió el subcampeonato de la Liga ACB. Entonces volvió a filosofar: "Málaga es una ciudad poco arraigada, con poca identidad. Siempre hemos estado faltos de algo que nos una y nos sensibilice. Si el baloncesto ha sido un mortor para ello, mejor". Era, en suma, la aplicación de la doctrina de felicidad y la diversión no ya a un equipo sino a una ciudad entera. Para entonces Imbroda ya había experimentado el acontecimiento deportivo más sorprendente de su carrera: ayudante del entrenador nacional de Lituania en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992. "No sé por qué se han fijado en mí. No he invitado a cenar a nadie", dijo sorprendido. Tampoco era menester: sus valedores no eran gastrósofos sino jugadores exquisitos como Marchulenis, Homicius y Sabonis. Todos, además de jugadores de la selección de su país, eran los principales accionistas de la federación de baloncesto lituana y, en consecuencia, les asistía todo el derecho a fichar a quien quisieran. Y eligieron a Javier Imbroda. ¿Por qué abandonó Málaga hace una temporada? Circulan varias teorías, una de ellas que los directivos del Unicaja rechazaron su pretensión de ocupar un puesto con carácter permanente. El equipo, es cierto, tampoco había ido lo bien que todos deseaban en las temporadas anteriores. ¿O es que ya no creían en su filosofía de la diversión y la canasta? Lo cierto es que Imbroda llegó al Caja de San Fernando y ha revolucionado al equipo. Primero lo convirtió en subcampeón de la Copa del Rey y ahora lo ha puesto en trance de disputar la final de la Liga ACB ante el Barcelona tras eliminar al Real Madrid. En 1995 ya había avisado: "Hemos abierto el camino a los modestos". Ahora, con plena consciencia, ha advertido: "Iremos a Barcelona sin complejos a ganar la Liga". ALEJANDRO V. GARCÍA

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_