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El saludo de Oiarzabal desde la cima

Eran las 11.46 horas del pasado 29 de abril. Juanito Oiarzabal pisó casi de refilón la cima del Annapurna, el último de los 14 ochomiles pendientes en su cuenta. "Fue una cima un tanto irreal, diferente al resto de las que había pisado antes. Me daba cuenta de que acababa de cumplir mi sueño, pero no había tiempo para saborearlo", explicó el montañero alavés en el campo base tres días después de completar su hazaña. Transcurridos catorce años desde que inició la colección de las cimas más altas del planeta, Oiarzabal puntuó su sueño estresado por la urgencia del descenso, de sus compromisos contractuales y del ritual de la cumbre. Apenas estuvo 15 minutos en la cima, espantado por temperaturas de 25 grados bajo cero. Compartió su momento con otro alavés, Juan Vallejo, y con Ferrán Latorre, cámara del programa de TVE Al filo de lo imposible. Dividió su tiempo entre poses de rigor para los compromisos publicitarios e improvisaciones para la televisión: lanzó al aire un manuscrito entregado por el francés Maurice Herzog, el primero en hollar una cumbre de 8.000 metros, precisamente el Annapurna, en 1950. Ni siquiera pudo hablar por el radiotransmisor, oficialmente por problemas de garganta, realmente por interferencias de la emoción. "Lloré arriba, claro que lloré. Y me acordé de los tres amigos que se han quedado por estas montañas. Sólo dos días más tarde, pude disfrutar con lo conseguido", comentó Oiarzabal. La imagen es la primera que se difunde del montañero en la cima del Annapurna, de 8.091 metros.

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Un regreso entre homenajes

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