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Boluda compra al BSCH las uniones navales de Valencia y Barcelona

El naviero Vicente Boluda ha cerrado el preacuerdo de compra al Banco Santander Central Hispano (BSCH) de los astilleros Unión Naval de Valencia y Unión Naval de Barcelona, conocidos antes como Unión Naval de Levante (UNL). El precio de la operación, no facilitado por ninguna de las dos partes, sería equivalente a las pérdidas económicas que arrastran los astilleros y que se cifran desde 1993 hasta la fecha en cerca de 7.000 millones de pesetas. Esta no es la única deuda pendiente de los astilleros, propiedad hasta ahora en un 95% del BSCH. A estas cantidades se añadirían otras deudas con Hacienda y la Seguridad Social. Unión Naval de Valencia, con 400 empleados, está especializada en la construcción de buques, mientras Unión Naval de Barcelona, con 40 empleados, está más dedicada a la reparación. Expertos del sector naval, una industria dominada por el sudeste asiático -el sector naviero internacional atraviesa dificultades por la dificultad de competir con los precios de Corea-, estiman que los astilleros adquiridos por Boluda requieren de una reducción de empleo de entre 150 y 200 personas para ser rentables. Otras fuentes, cercanas a la negociación, aseguraron ayer que la intención del banco y del naviero era retrasar hasta después de las elecciones del 13 de junio el anuncio de la operación para evitar un conflicto laboral tan cerca de los comicios. Los términos del contrato de venta están claros a falta tan sólo de algún fleco, sobre el que las partes no han alcanzado todavía un acuerdo. Esta diferencia está relacionada con uno de los pedidos pendientes que tiene actualmente Unión Naval de Valencia y que podría convertirse en un fallido. Ni el banco ni Boluda quieren hacerse cargo de esta obligación, si llegara a producirse, según fuentes conocedoras de la negociación. El astillero se creó, bajo el nombre de Unión Naval de Levante, en 1924 y está enclavado en la dársena del puerto de Valencia. La compañía, que en sus mejores tiempos tenía más de un millar de empleados, ha visto reducida su plantilla desde inicios de los ochenta. Unión Naval de Levante, que hace unos meses cambió de denominación social y pasó a llamarse Inversiones Marítimas Mediterráneas, ha tributado desde 1992 en consolidación fiscal con el BCH. El banco, antes de su fusión con el Santander, había puesto el astillero a la venta desde hacía tiempo, pero tenía dificultades para encontrar un comprador dispuesto a asumir tan gran cantidad de pérdidas. El naviero Vicente Boluda estaba desde el principio entre los interesados -las relaciones de Boluda con el BCH son estrechas- en los astilleros, entre otras cuestiones, por su negocio de barcos remolcadores, que hasta ahora se fabricaban, en parte, en el norte de España. También es conocido su interés por Trasmediterránea, una compañía todavía pública, que se privatizará en breve. En este contexto, a Boluda le resulta útil un astillero para construir y reparar parte de su flota. Unión Naval sufrió en julio de 1997 uno de los accidentes laborales más graves de España, al registrar 18 muertos.

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