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Modas

Hay modas que nos convienen. No me refiero a las de las pasarelas sino a otras menos decorativas aunque también de lucimiento, como todas, que se exhiben como valor o mérito social. Estoy pensando en la moda de la cultura y en la de las mujeres. No hace tantos años que aun se presumía de no saber, cuando la ignorancia provocaba risa y caía bien simpática. En cambio, ahora todo el mundo opina de todo; nadie se atreve a decir que no lee o que no sabe. No es que hayamos perdido la vanidad ni el sentido del humor, sino que lo empleamos sobre otros menesteres que nos vienen mucho mejor. La CEA, por ejemplo, ha celebrado sus veinte años con unas jornadas cuya consigna era la cultura como compromiso empresarial. En una de las mesas redondas en la que intervenían profesionales de la literatura se dijo que la creación literaria como mercancía es un bien que la sociedad finge apreciar por el prestigio social y el buen tono que da leer y proteger al escritor. Se dijo también que el escritor debe preservar su dignidad estética mientras se pliega a las exigencias de la clientela, como Virgilio, pero que no tenemos derecho a reírnos de la literatura comercial, pues lo importante es que se lea, lo que sea pero que se lea. De las mujeres también está mal visto menospreciarlas o prescindir de ellas en cualquier actividad del arte y la cultura, del trabajo y de la función pública. Lo que ocurre es que, mientras que con la cultura se mantiene una distancia como de respeto y un protocolo, a las mujeres no se les tiene miedo, no sé porqué, y con demasiada frecuencia se olvidan las modas o los intereses y al buscarles un papel en el espectáculo se les pone a barrer, y se les dan homenajes por ser lo que son, por no ser hombres, y si alguien les acusa de cometer un error profesional, sin saber siquiera si es o no es cierto, se les apea inmediatamente el tratamiento y se las llama niñas. A pesar de todo, con o sin hipocresía, por intereses o por convencimiento, tal como ocurre con la lectura, nos conviene la moda y los tantos por cientos y las discriminaciones positivas y cualquier sistema de acercarnos a una realidad compartida de verdad, desde arriba.BEGOÑA MEDINA

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