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FARMACOLOGÍA

La industria farmacéutica toma posiciones para la producción de fármacos adaptados a los genes

Los medicamentos diferenciados por grupos de pacientes exigirán pruebas muy costosas

Los recientes avances en biología molecular y genética auguran que en pocos años se producirá un viraje en los tratamientos de muchas enfermedades, entre ellas el cáncer. En un futuro muy próximo predominarán los tratamientos individualizados, de modo que la industria farmacéutica se apresta a buscar los instrumentos para producir fármacos adaptados a los genes. Diez compañías farmacéuticas han anunciado que van a crear un consorcio para trazar el mapa del genoma humano. Con esta medida esperan entrar en la revolución que muy pronto barrerá su sector industrial. Pero al igual que todas las revoluciones, es poco probable que el inminente avance, conocido como farmacogenomia, sea incruento.La idea básica es administrar a los pacientes, a partir de determinadas pruebas genéticas, los medicamentos que en su caso puedan ser más beneficiosos. Este sencillo concepto puede engendrar grandes cambios. Los fármacos serán mejores, pero su mercado mucho más reducido, y su administración deberá acompañarse de pruebas muy complejas. Los costes sanitarios deberían descender en teoría, porque los pacientes recibirán tratamientos más eficaces, pero cada medicamento será mucho más caro.

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Un mapa genético de acceso público

Si la medicina es todavía un arte, se debe en gran medida a la variabilidad con la que las personas responden a los fármacos. Dado que los sujetos metabolizan los medicamentos de forma diferente, un fármaco puede servir para unos pacientes y no funcionar en otros. A la mayoría de los enfermos de cáncer de colon, por ejemplo, se les administra el fármaco 5-FU, pero sólo un 30% responde a él.

Un medicamento valioso puede también ser seguro para la mayoría, pero causar efectos secundarios en una pequeña minoría. El Zyflo, que se administra contra el asma crónica, produce efectos secundarios que incluyen el fallo hepático en el 4% de los pacientes.

La existencia de pruebas genéticas capaces de predecir la respuesta de un paciente permitirá adaptar los medicamentos a los subgrupos que más se beneficiarían de ellos. Los medicamentos lázaro, aquellos que han sido eliminados por sus efectos secundarios, podrían ser resucitados y vendidos a pacientes cuyo perfil genético les permitiera tolerarlos.

El inconveniente obvio para las compañías farmacéuticas es que las pruebas fragmentarán el mercado de cada medicamento al demostrar que sólo es ideal para un pequeño subgrupo de pacientes. Los críticos han argumentado que la farmacogenomia convertirá en huérfanos a todos los medicamentos. Se consideran huérfanos aquellos fármacos cuyo potencial de ventas es inferior a 200.000 personas anuales, un mercado tan poco envidiable que el organismo americano para el control de los medicamentos, la FDA, ofrece reducciones fiscales a las empresas que los fabrican.

También hay una ventaja obvia: las compañías podrán excluir de los experimentos clínicos a los pacientes con gran probabilidad de padecer efectos secundarios.Habrá más medicamentos que superen las pruebas clínicas, pero habrá que administrarlos con una prueba genética, y el lote de medicamento y prueba encarecerá indudablemente el precio. Los especialistas consideran seguro un incremento de la demanda de estas pruebas. Ahora, cuando un médico dispone de dos o tres fármacos para una enfermedad, establece cuál puede ser el mejor para un paciente por la experiencia. Pero si hay una prueba, la utilizarán.

Si las primeras pruebas tienen éxito, se creará una demanda para nuevas pruebas, y los legisladores exigirán que los nuevos medicamentos se presenten asociados con pruebas genéticas. En lugar de buscar un medicamento que se adapte a todo, las compañías intentarán crear un grupo de cinco medicamentos, de forma que siempre haya uno que se adapte a la categoría en la que se encuentre el paciente.

Este mundo nuevo y extraño de la farmacogenomia exigirá muchas pruebas genéticas, quizá una con cada aspirina, y esto genera preocupación respecto a la protección de la intimidad. Es probable que cada prueba se ciña a la medición de elementos genéticos asociados al medicamento en cuestión y revele poco más del genotipo de cada persona. Pero si llegaran a las bases de datos de las compañías de seguros médicos grandes cantidades de información genética sobre los pacientes, la necesidad de preservar la intimidad sería acuciante.

Un mapa genético de acceso público

La diferencia en las respuestas a los medicamentos está siendo estudiada desde hace tiempo por unos especialistas conocidos como farmacogenetistas. Un tipo de prueba se basa en la identificación de las pequeñas variaciones del ADN de las personas en las que un solo nucleótido, o unidad de ADN, difiere de la secuencia estándar. Estos polimorfismos nucleótidos sencillos, conocidos como esnips (SNP) por sus siglas en inglés, sirven para estudiar las huellas del ADN y descubrir variantes particulares de genes; por ejemplo, los que producen una enfermedad.Genset, una empresa de biotecnología radicada en París y creada en torno al trabajo de Daniel Cohen, ha elaborado un mapa del genoma humano de 60.000 SNP. El SNP Consortium, anunciado hace unas semanas por 10 compañías farmacéuticas y el Wellcome Trust de Londres, planea desarrollar un mapa más preciso, de 300.000 SNP. El mapa será de acceso público desde el mismo momento de su creación. También hay otros métodos. Los genes de las células enfermas presentan a menudo un patrón de actividad diferente del de las células normales. La empresa Millennium Predictive Medicine, de Massachusetts, está buscando cambios en las proteínas y en el ARN mensajero para crear una prueba capaz de predecir cuál de los fármacos ahora disponibles contra el cáncer de mama sería el más idóneo para una paciente determinada.

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