El Rayo se empeña en retirar su candidatura

El Rayo Vallecano se encontró con la derrota más dolorosa, que le llegó en el último suspiro y sin merecerlo. Pero hay razones que explican lo que se antoja inexplicable. El Rayo se ha empeñado en retirar su candidatura al ascenso. Ha perdido cuatro de los últimos cinco partidos, lo que lleva a pensar que quizá el equipo tenga que replantearse sus aspiraciones, más allá de que se mantenga segundo. Podría justificar su derrota de ayer maldiciendo a la mala suerte, al árbitro o a la brisa de mayo, que siempre hay una excusa para un error. Y errores cometió el equipo desde antes de saltar al césped, concretamente desde que su entrenador, Juande Ramos, decidió hacer la revolución. Es el técnico rayista un buen estratega, que ha sabido comprender a un equipo históricamente incomprensible. Mas ayer decidió cambiarlo todo, seguro que con la mejor intención pero con consecuencias funestas. Dejó a dos de los mejores, Pablo Sanz y Luis, en el banquillo. Razones habría para ello, sin duda. Como las habrá para que Jacques, recién llegado, tenga patente de titularidad. Por ser brasileño, quizá. Quien sabe. Lo que sí se sabe es que el Rayo comenzó a funcionar allá por el minuto 59, coincidiendo con la entrada de Luis. Qué casualidad. El marcador andaba por entonces igualado. Poco o nada le iba en el envite a un Compostela que se dejó la vida, como era su obligación. El Rayo se encontró con un gol en el minuto tres y a partir de ahí renunció a su habitual discurso. El equipo se empeñó en perseguir a Fabiano, un tipo de sangre caliente, intentando que el árbitro le enseñara la segunda amarilla. Pero Fabiano sabe latín y el Rayo no. Fabiano siguió allí y vio cómo, con la entrada de Luis, el Rayo se lanzaba al abordaje con un criterio magnífico. No entró el balón y en un contragolpe el Compostela pegó el petardazo. Lopetegui se arrodilló, se echó las manos al rostro y dibujó la estampa que mejor define al Rayo, la de un equipo que malvive a las puertas del paraíso.