Blair gana la batalla
APARENTEMENTE, TODOS están satisfechos de los resultados de la triple jornada electoral vivida en el Reino Unido con una elevada abstención. Los laboristas, en el poder, porque su triunfo en Escocia y Gales, que les deja cerca de la mayoría parlamentaria, refrenda la política de Tony Blair de conceder mayor autonomía regional para conjurar amenazas secesionistas; los nacionalistas escoceses, porque quieren ver en los 35 escaños obtenidos -sobre un total de 129- un augurio de la futura independencia de cinco millones de escoceses; los nacionalistas galeses del Plaid Cymru, porque, con sus inesperados 17 diputados, se convierten en principal partido opositor; y hasta los conservadores están contentos, porque en las municipales han renacido de sus cenizas en Inglaterra.El mensaje de esta jornada autonómica que ha cambiado el paisaje político del Reino Unido es claro. Gran Bretaña inicia un nuevo modo de gobernarse y sus ciudadanos no consideran que el separatismo vaya a mejorar sus vidas. El nuevo marco constitucional conseguirá probablemente que ingleses, escoceses y galeses convivan juntos más cómodos. El resultado de las urnas confirma el sentido común que preside sus relaciones. Nadie ha muerto en el siglo que acaba reivindicando el nacionalismo escocés.
Los Parlamentos de Escocia y Gales nacen con poderes muy distintos. A diferencia de los escépticos galeses, que a duras penas sacaron adelante la idea de una Asamblea propia, los escoceses votaron tres a uno en referéndum a favor de su legislativo. Edimburgo tendrá competencias en sanidad, educación y orden público, y podrá modificar ligeramente los impuestos. Cardiff carecerá de autoridad legislativa. Londres retiene el control de la política exterior, la economía, la defensa, la fiscalidad y la moneda.
Los agravios son siempre menores cuando uno tiene mayor control sobre sus propios asuntos. La muy amplia autonomía de Escocia y la tímida de la que se ha dotado Gales darán presumiblemente a ambos pueblos más conciencia de su peso en el conjunto británico. Si el experimento funciona, el primer ministro Blair, autor del mayor cambio constitucional desde la partición de Irlanda, habrá hecho crecer su activo político con esta nueva aportación a la estabilidad del Reino Unido tras haber logrado hace un año el acuerdo del Ulster.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.