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La FIBA aprueba la libre circulación de jugadores a partir del año 2000

El mundo del baloncesto tomó ayer su decisión más importante en los últimos años. Julio del 2000 marcará el fin de las limitaciones para que los clubes confeccionen sus plantillas sin atender al número de extranjeros. Con la decisión de permitir la libre circulación mundial de jugadores para las competiciones europeas, la FIBA da su particular golpe de timón para revolucionar un deporte en decadencia en los últimos años.

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Esta decisión que, en principio, pretende acabar con los procesosos de nacionalización a los que los clubes recurrían para burlar la limitación de dos extranjeros a nivel internacional, tendrá consecuencias ulteriores. Y es que, si bien los clubes podrán contar con el número de extranjeros que deseen en el concierto mundial, las federaciones nacionales mantienen la potestad de determinar el número de foráneos que podrán jugar en las competiciones nacionales.La ambigüedad de la medida implica que, en el futuro, se podrían encontrar clubes con una "doble plantilla". Sin ir más lejos, España podría ser el caso: si la ACB termina por reducir el número de extranjeros a dos, los equipos españoles se encontrarían en Europa compitiendo contra quintetos formados por, por poner un ejemplo, cinco americanos.

Ante semejante hipótesis se presentan dos soluciones: o los clubes contratan extranjeros que participarán únicamente en las competiciones internacionales, lo cual supondría un coste difícilmente asumible para los clubes; o bien se llega a lo que el secretario general de la FIBA, Boris Stankovic, calificó de "pacto de caballeros" entre las distintas federaciones. Es decir, que las federaciones de los distintos países alcancen un acuerdo para alinear, en las competiciones europeas, el mismo número de extranjeros. Las federaciones española, francesa, italiana y griega ya parecen haber iniciado los contactos en este sentido. Y es que, según recordó el secretario general de la FIBA, los clubes pertenecientes a países de la Unión Europea se encontraban en desventaja respecto a los que no tomaban en consideración las fronteras y las nacionalidades a la hora de reglamentar sus competiciones. "Era necesario tomar una decisión así para que todos compitan con las mismas oportunidades", argumentó Stankovic. En todo caso, Sidney 2000 marcará el punto final de una era y el inicio de otra para el baloncesto europeo.

Selecciones nacionales

Las selecciones nacionales también tuvieron un capítulo especial en la reunión de la FIBA en Barcelona. El máximo organismo del baloncesto mundial parece dispuesto a emprender una cruzada contra los jugadores que se nieguen a defender la camiseta de su país. Nada justificará la negativa a una llamada del seleccionador. Es más, el jugador que decline jugar con su combinado nacional tampoco podrá hacerlo con su club durante el primer mes de competición. Las selecciones tampoco podrán contar con más de un jugador nacionalizado. En consecuencia, la regla que obligaba a esperar tres años para que los nacionalizados pudiesen jugar con su nuevo país queda abolida. Stankovic justificó estas medidas argumentando que el imparable proceso de nacionalización de jugadores en los últimos años había dañado los intereses de las federaciones nacionales y debilitado las selecciones.

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