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Caos

DE PASADAEl caos aeroportuario se está radicalizando por momentos: a Jerez de la Frontera lo desconectan de Barajas un pelín más para espeluzno de su alcalde Pedro Pacheco. El paroxismo en los aeropuertos, aeronaves y aerodespachos es tal que el ministro de Economía y Hacienda, Rodrigo Rato, llegó el martes a Almería en un vuelo regular con 30 minutos de adelanto, según confesaron (ignoro si con rubor o con regocijo) políticos locales a los periodistas. Un descontrol que no puede permitirse. Si a Almería llegan con puntual retraso los políticos que se desplazan desde Sevilla, no parece riguroso que el caos aéreo alcance su clímax anticipándose al horario previsto. Quizá resulten una pizca injustas tantas críticas: nadie está libre de sufrir un desvarío aeronáutico transitorio. Sin ir más lejos, el propio arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, debió padecer algo semejante mientras administraba a 80 alumnas de un colegio sevillano "el sacramento de la confirmación". En su homilía, monseñor comparó aquellas almas que no reciben "con frecuencia al Señor en la Eucaristía" con los cuerpos "enfermos de anorexia". Seguro que la culpa es de Aena, de Iberia (de cualquiera menos del ministro del ramo del fomento) o de los controladores del cielo, que se ponen a echar horas extras y descontrolan la lista de San Pedro. El caos, bien mirado, resulta entretenido. Te puedes subir en Málaga sin saber si aterrizarás en Barajas mientras el equipaje navega por los cielos hacia Berlín. O apuntarte a un congreso de informáticos en Sevilla que finalmente se celebrará en Logroño. O, mismamente, pasar los tres días de asueto laboral intimando con los camareros de las cafeterías de la terminal de Barajas antes de hacer un Camel Trophy por los pasillos para agarrar por los pelos el viaje de vuelta. Justo es reconocer que se esmeran para satisfacer a los aventureros más intrépidos: ahora negarán información sobre las causas de los retrasos de los vuelos. Qué emocionante será ignorar por qué mentas los antepasados de algún ministerio. Las cosas, desde luego, deberían ser de otra manera, responder a un caos ordenado, a una relación coherente como, por ejemplo, la que une a Emilio Lechuga con Los Verdes o al concejal Mariano Palancar con el tráfico. Las cosas, lógicas. El caos, con orden y sin adelantar la llegada de los vuelos. TEREIXA CONSTENLA

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