Amigos por un día

Que el alcalde de Fuenlabrada, el socialista José Quintana, y el presidente regional, el popular Alberto Ruiz-Gallardón, se llevan sólo regular no constituye ningún secreto. Ruiz-Gallardón tiene de ojito derecho en las filas sureñas del PSOE al regidor getafense, Pedro Castro, mientras que Quintana desarrolla con toda crudeza el papel clásico del opositor: ha sido el más duro con el proyecto de metrosur, el más crítico con la política urbanística del Partido Popular, el más implacable al constatar que la M-50 no ha crecido ni un solo metro durante toda esta legislatura.Pese a todos estos antecedentes, alcalde y presidente hicieron ayer un esfuerzo de reconciliación durante toda la ceremonia. El respiro, después de más de dos años de rifirrafes y declaraciones incendiarias, se hacía imprescindible, y el propio mandatario fuenlabreño lo reconoció en su alocución: "Después de tantos desencuentros, hoy nos encontramos ante una buena ocasión para ser agradecidos".

Ruiz-Gallardón elevó el tiro de los piropos apelando a esa fibra sensible que comparte todo hijo de vecino (centrista, izquierdista o cavernario) allende el puerto de Piedrafita. "Si en esta Comunidad hay algún gallego al que le tenemos que estar agradecidos, ese gallego, querido ministro, eres tú", le espetó a un Romay Beccaría evidentemente complacido. Después compartió amablemente con Quintana una nota con el adelanto de la encuesta electoral de Tele 5 que vuelve a otorgarle la mayoría absoluta.

Al final, a la hora de enterrar la primera piedra, Quintana agregó la escultura de una paloma a la tradicional ristra de monedas, banderolas, escudos y periódicos. "Es para firmar la paz, pese a todo", le confió a su invitado. Ayer, sin duda, imperó la tregua. Mañana, ya se verá.