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La bandera española, en el polo norte

Los aventureros de un programa de TVE lograron ayer su meta tras recorrer 1.000 kilómetros sobre hielo

Rosario G. Gómez

"Lo imposible no existe si no cabe en tu pensamiento", proclama en su página de Internet Al filo de lo imposible. Ayer, los expedicionarios de este espacio documental de TVE hicieron posible que sus ojos abarcaran "una inmensa llanura blanca" y que por primera vez unas cámaras españolas registraran la grandiosidad helada del polo norte geográfico, ya disfrutada por su descubridor oficial en 1909, el marino y explorador estadounidense Robert Peary. Lo que los espectadores de La 2 podrán ver sin helarse las pestañas lo han hecho posible ahora Francisco Soria, teniente coronel de la Escuela de Alta Montaña de Jaca; los comandantes Francisco Gan y Benito Molina; el alférez Javier Barba, y los cámaras de TVE Ramón Larramendi y Antonio Perezgrueso. Los aventureros ya han colocado en esa codiciada blancura del polo norte una bandera española. Aunque no es la misma que se pensó llevar cuando el presidente del Gobierno, José María Aznar, les recibió en La Moncloa en febrero pasado. El gran tamaño de la bandera la hacía poco práctica para ser incluida en un equipaje que debía transportarse a través de mil kilómetros por un frágil mar helado. A lo largo de dos meses, los exploradores televisivos han recorrido entre 8 y 30 kilómetros diarios, pese a arrastrar un trineo con 100 kilos de peso y sufrir bajísimas temperaturas (entre 30 y 50 grados bajo cero).

La salida de España fue el pasado 1 de marzo. Tras casi dos meses de travesía, la llegada al punto clave, los 90 grados latitud norte, se produjo ayer, miércoles, a las 7.15 de la mañana, hora española. Dado que las brújulas convencionales enloquecen en ese enclave, el equipo de Al filo de lo imposible pudo saber su ubicación gracias al sistema de localización por satélite GPS.

Los expedicionarios, que, irónicamente, se consideraban "parte de la dieta del oso polar" en su diario electrónico de viajes, celebraron el éxito, a 35 grados bajo cero, con una botella de vino de Rioja "demasiado fresquito", según comentó ayer a EL PAÍS en conversación telefónica Sebastián Álvaro, director de Al filo de lo imposible. Desde la antigua base móvil rusa de Borneo, montada en los tiempos de la guerra fría ("nunca mejor dicho", apunta Álvaro) el director de este programa documental describe el polo norte como "una planicie desolada". Él y sus compañeros estaban "rodeados por un mar congelado con montones de cascotes de hielo y placas que chocan entre sí", el paisaje es "un sitio de una belleza casi inhumana, un desierto gélido donde no es posible ninguna forma de vida". Además de los momentos emocionantes, estos hombres vivieron situaciones tensas. Dos de ellos cayeron al agua helada. Este incidente e inoportunas bronquitis estuvieron a punto de dar al traste con la expedición. "Sólo la voluntad y el esfuerzo de la gente ha permitido disfrutar de este momento", dijo ayer Álvaro.

Prueba del esfuerzo es que todos han vuelto bastante más delgados. "Antes de emprender una travesía como ésta algunos engullen alimentos de reserva. Nosotros optamos por salir en forma y mantenernos con un menú de 7.500 calorías". Dentro de tres o cuatro días, con una buena alimentación y una confortable cama, los aventureros emprenderán el regreso a España. Pero primero tendrán que dejar secar las tiendas y recoger los trastos (2.000 kilos de material) en la base logística de Khatanga, en Siberia.

Esta aventura de Al filo de lo imposible, que cumple ahora 15 años en TVE, supone "cerrar un ciclo". "Al principio no nos habíamos propuesto conquistar los tres polos del planeta, pero cuando subimos al Everest en 1992 comprendimos que nuestro destino nos empujaba hacia la Antártida y luego hacia el polo norte", dijo Álvaro, quien tuvo palabras de recuerdo para "todos los que se quedaron en el camino".

Mientras este equipo pisaba el polo norte, otra expedición acometía el último tramo del Annapurna, la cumbre más peligrosa del Himalaya nepalí, de 8.091 metros. Juan Oiarzábal se encontraba ayer a 7.300 metros y hoy tiene previsto atacar la cumbre.

De conseguirlo, TVE habrá pisado las 14 cimas más altas del planeta. "Hasta que Juanito no esté en el campo base, los ochomiles no serán nuestros", advirtió ayer Álvaro. De momento saborean las felicitaciones: del rey Juan Carlos y del director de RTVE, Pío Cabanillas, entre otras. Y los numerosos internautas que siguen sus pasos, hasta para saber "cómo hacen sus necesidades con tanto frío", les animan: "¡Adelante, tíos. Lo que no te mata te hace más fuerte!"

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