Juicio contra un hombre que mató a su esposa con un cable de vídeo
El alcohol; y un matrimonio turbulento. Una mujer que sólo le quería por el dinero. Éstas fueron las razones que ayer expuso Manuel García Gutiérrez, de 66 años, durante su declaración ante los miembros del jurado que ayer empezaron a juzgarlo en la Audiencia de Tarragona. Los hechos ocurrieron en el mes de agosto de 1997; después de discutir con su esposa, decidió acabar con ella. Adelina Toral murió estrangulada con el cable de conexión del vídeo. Dos horas después de cometer el crimen, se entregó totalmente borracho. El fiscal solicita para él 18 años de prisión por un delito de asesinato, mientras que la defensa demanda la libre absolución al considerar la eximente completa de alcoholismo. El juicio es el primero de estas características que se celebra en Tarragona por el procedimiento del jurado. Manuel García Gutiérrez se empeñó en cumplir el trámite de juramiento o promesa con la mano colocada en una Biblia y después explicó que el día de los hechos estuvo toda la mañana, como era habitual en él, bebiendo en diferentes bares de Cunit y que, cuando llegó a casa, su mujer comenzó a insultarlo por ello. El acusado confesó que ciertas palabras le enfervorizaron "y ella no paraba de chillar, no quería callar". Así que, sin saber porqué, arrancó el cable del vídeo y la estranguló. "Estaba desencajada por el momento, luego se puso blanca y al final, me dijo: "Te quiero", relató. El fiscal mantiene que no se vieron cara a cara y que la estranguló por la espalda. La defensa plantea, como alternativa a la petición de absolución, un homicidio imprudente o una imprudencia grave con resultado de muerte. Según narró el inculpado, su única intención había sido la de asustar a su mujer, a quien definió como una persona a la que únicamente movía el dinero. Agencia matrimonial Adelina Toral y Manuel Gutiérrez se conocieron a través de una agencia matrimonial y se casaron en 1989. Según el relato del fiscal, el hombre comenzó a agredirla a los pocos meses de iniciarse la relación sentimental. El acusado afirmó que las contusiones que sufría la mujer se las provocaba ella para poder denunciarlo y aseguró que la única voluntad de la mujer era sacarle dinero. El matrimonio se separó en 1993 y en 1997 volvieron a convivir juntos. Otra de las cuestiones en que defensa y ministerio público difieren es en la dependencia que tiene el acusado del alcoholismo. Mientras su abogado defiende que la adicción es crónica y que el hombre no era consciente de sus actos el día de los hechos, el segundo considera que Gutiérrez se emborrachó después del asesinato y que, tras hablar con su abogado, se bebió una botella de coñac. El fiscal, además de los 18 años, solicita una indemnización de ocho millones para el hijo de la víctima. El juicio se alargará los próximos días en la Audiencia de Tarragona.
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