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FÚTBOL 31ª jornada de Liga

El Madrid pide la liquidación por derribo

La decepcionante actuación del equipo de Toshack ante el Salamanca complica su presencia en la Liga de Campeones

Santiago Segurola

En la naturaleza del Madrid no figura el sentido del deber. Pasó por Salamanca como un equipo holgazán, sin interés por sacar una victoria de la plaza más sencilla de la Liga. Interpretó el papel de costumbre: se tomó el partido a chufla, con una desgana que obliga a pensar en un Madrid terminal. Ya no es una cuestión de síntomas, de excusas, de explicaciones nuevas en cada semana. Se ha llegado a un punto sin retorno donde se hace necesaria la liquidación por derribo. Todo parece viciado. No hay juego, no hay vigor, no hay voluntad. Sobre cualquier otra cosa, predomina el acomodo de los equipos que han agotado un ciclo. Al Salamanca se le daba como víctima por tantas razones como se quiera. Último en la clasificación, equipo más goleado del campeonato, en crisis constante desde el comienzo de la temporada, su destino es la Segunda División. Frente al Madrid hizo un esfuerzo por salvar la dignidad, pero se le vieron todas las limitaciones de los condenados. Cada jugada era una agonía, pero al menos existía el propósito de disputar el encuentro, de poner dificultades a un rival que se presumía superior, de ganarse el salario de manera profesional. Con esa escasez de méritos se valió para complicar la existencia del Madrid, que descuidó el partido de manera clamorosa. Sólo entró en faena al final de la tarde, pero sin excesos, con los mismos defectos que pesan sobre su juego desde hace mucho tiempo. Lo que comenzó como un problema de actitud, ha derivado hacia una oxidación en todos los aspectos. En lo futbolístico, da grima ese trotecito cansino, con la pelota al pie, sin un mal desmarque. Hay tal abandono que el Madrid está necesitado de una refundación. De lo contrario, a la pérdida de prestigio añadirá un descenso irremediable en el escalafón del fútbol durante varios años.

SALAMANCA 1

REAL MADRID 1Salamanca: Stelea; Edu Alonso, Pavilic, Lanna, Corino, Vellisca; Taira, Giovannella, Rogerio (Munteanu, m. 75); Cardetti y Silvani (Lupidio, m. 70). Real Madrid: Contreras; Panucci, Iván Campo, Hierro (Jaime, m. 70), Roberto Carlos; Seedorf (Guti, m. 60), Sanchis, Redondo, Raúl; Mijatovic (Savio, m. 60) y Morientes. Goles: 0-1. M. 48. Raúl remate en el primer palo un centro de Mijatovic. 1-1. M. 55. Corino lanza un tiro libre que sorprende a Contreras. Árbitro: Pérez Burrull. Amonestó a Pavlicic, Edu Alonso, Lupidio, Panucci y Hierro. Unos 17.000 espectadores en el El Helmántico

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La actuación de Stelea dice bastante sobre el partido. En realidad, no actuó. El hombre venía dispuesto a sufrir un asedio, como le corresponde a su equipo desde el inicio de la temporada. No es el portero más goleado de la Liga por casualidad. Según las previsiones, el Madrid sólo tendría que establecer la distancia entre un equipo que pretende alcanzar el segundo puesto del campeonato y otro que no espera otra cosa que el tránsito a Segunda. Pero las pretensiones del Madrid están en la imaginación de los demás. En ningún momento se tomó el duelo como algo trascendental. Con un insufrible aire de soberbia, dejó pasar de largo la primera parte. Ni un remate contra Stelea, incrédulo por su extrañísima falta de actividad.

El Salamanca llegó hasta donde pudo. En el primer tiempo, se apuntó tres ocasiones y se dio por satisfecho. Había llegado más lejos de lo previsto: sin problemas defensivos, con un cierto desahogo en el centro del campo y con algunas señales de vida en el ataque. Todo porque existía el interés de perseguir a los jugadores rivales y quitarles el balón. Así de sencillo. Y lo conseguían. El Madrid no daba dos pases seguidos. Perdía la pelota en el medio campo y quedaba expuesto a cualquier problema. Contreras arregló dos, pero tampoco se sintió exigido. El Salamanca no estaba para proezas. Apenas un par de centros de Edu Alonso y rapidez de Cardetti, que comprometió a los centrales madridistas en algunas ocasión. Pero siempre a modo de apunte, sin pasarse de la raya.

Del abandono del Madrid en el primer tiempo, no se libró nadie. Todos se tomaron el encuentro como una tarde de campo y playa, sin entender que su futuro en el campeonato pasaba muy probablemente por este partido. De esa cuestión debió de hablarse en el descanso porque en el arranque del segundo tiempo se observaron algunas señales de vitalidad. En el tercer minuto, Raúl apareció por vez primera y anotó un gol que se suponía suficiente. Del tanto se puede decir que resultó muy propio de Raúl: una aparición por el primer palo y un remate instantáneo, propio de un goleador.

En ese instante volvió el desinterés al Real Madrid. Y como le ha sucedido en tantos otros partidos, pagó con creces su suficiencia. Aunque el Salamanca no contaba con recursos de fuste para conseguir el empate, el Madrid se encargó de darle cuerda. Siete minutos después del gol de Raúl, Corino igualó el encuentro. Contreras ayudó lo suyo: el tiro iba por su palo, sin grandes problemas. Pero a Contreras le faltan minutos y confianza. En lugar de lanzarse con energía, se arrebujó con blandura sobre el balón, que entró en la portería ante la sorpresa general.

El empate era la consecuencia moral de lo que sucedía en el juego. Al Salamanca no le alcanzaba para armar una jugada, y al Madrid le importaba muy poco el partido. Como es costumbre desde la llegada de Toshack, Seedorf y Mijatovic dejaron su puesto a Savio y Guti. Los cambios se hacían necesarios, y por un momento pareció que el Madrid se desperezaba. Un par de incursiones de Savio, alguna ocurrencia de Guti, una gran jugada de Redondo que Raúl cerró con un remate al palo. Simples apuntes, porque lo grueso no varió hasta el final del encuentro. Otra vez el Madrid cansino, mohoso, de pelota al piececito, como en los partidos de veteranos. Otra vez un equipo que pide a gritos la liquidación por derribo.

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