_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Barataria de aquí

PACO MARISCAL ¡Qué difícil es tasar la lectura de un libro mediante un arábigo! El precio del que figura en el anaquel de la librería es otra cosa: ese está en el dorso o la contraportada y depende del curso de la peseta o el euro, o de la inflación y el IPC, y sacamos de nuestra faltriquera el monto como peaje para viajar por sus páginas. Pero ¿cómo tasar la lectura de un poema de Ausiàs March, valorar esa Biblia de civismo que se rastrea en El Quijote, o la obra en valenciano de nuestros escritores contemporáneos, olvidada por nuestro presidente autonómico en la protoinauguración de la Biblioteca Nacional de Sant Miquel dels Reis? Pueden valorarse con facilidad las faltas de ortografía o la redacción de una placa inaugural: es casi una cuestión de calificación escolar. Pero tasar, valorar o fijar un precio en el ámbito de la cultura es tarea ardua. En otros ámbitos, sin embargo, no lo es. Digamos que en cuestiones relacionadas con la administración del dinero público o en la escena de las transacciones comerciales, la valoración y el precio se formulan en arábigos concretos, en matemática que se debe controlar. El mismísimo Don Quijote, tan loco y tan cuerdo, lo tuvo claro: le aconsejaba al gobernador Sancho Panza que vigilase pesos y medidas, que evitase con su presencia entre los comerciantes la sisa y el fraude; Sancho, dirigente político de Barataria, debía ser exigente y evitar el engaño en tasas, pesos, precios y medidas; "coco y espantajo" para defraudadores debía ser el gobernador de la ínsula, le escribía el caballero de la adarga antigua. En el umbral del siglo XXI y con la democracia participativa como sistema, el consejo del cuerdo caballero les viene a resultar un anacronismo trasnochado a algunos de los gobernantes de nuestra peculiar Barataria valenciana. Porque no de otra forma se entiende que -sin prudente vigilancia, sin tasa ni medida- el gobierno municipal de Rita Barberá pague 118 millones por unos solares, cuya valoración poco antes había sido de 48 millones. No, no es la alcaldesa de la capital del Turia de plata coco y espantajo delante de turbios y retorcidos negociantes. Y... ¿cómo entender el entramado barroco o el claro-oscuro mercantil de ciertas transacciones realizadas por la provincial Diputación de Castellón que gobierna Carlos Fabra? Sin peso ni medida, sin la prudente vigilancia del gobernante que aconsejaba el caballero del galgo corredor, adquiere para la institución que gobierna un edificio, y paga al industrial propietario del mismo 600 millones; el edificio está inutilizado desde su compra, y se da la circunstancia temporal que el industrial vendedor compra a su vez unos terrenos en una población cercana a la capital de La Plana; el munícipe principal de dicha población es a su vez vicepresidente de la provincial Diputación que gobierna Carlos Fabra; y el vicepresidente de C. Fabra, raudo y veloz, como el can del enamorado de Dulcinea, reclasifica los terrenos adquiridos por el industrial, que... la tasa y la valoración crematística, que el cuidado y desvelos en la administración de la hacienda pública, que la prudente presencia del gobernante que garantiza la rectitud del precio y la medida son más difíciles de fijar que el precio en euros de la lectura de los poemas de Ausiàs March. Pero son solares, son terrenos, son cemento, son millones en pesetas o euros de los contribuyentes valencianos. Y sólo la poca claridad y trasparencia en las transacciones y tasaciones serían más que suficiente motivo de sonrojo o de jubilación de algunos miembros del gobierno de esta Barataria valenciana de nuestros días.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_