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FÚTBOL 30ª jornada de Liga

El Madrid cumple por fin su papel

Dos tantos de Raúl y uno de Morientes superaron al Valencia y al gol de Mendieta en un saque de falta

Santiago Segurola

Por primera vez en varios meses, el Madrid funcionó con solvencia, al menos durante un largo trecho del partido, que se presumía delicado para el equipo de Toshack. Los antecedentes resultaban más que sospechosos. En la cuenta de resultados no figuraba ninguna victoria frente a los rivales que le precedían en la clasificación, un dato que se hacía más temible ante la posibilidad de un recital de Piojo López, cuya velocidad y desborde se pusieron de manifiesto en la primera vuelta. Sin embargo, el Madrid ofreció su mejor versión de la temporada en el primer tiempo, resuelto con contundencia por sus delanteros y con inteligencia por el resto del equipo. Lejos de caer en sus desequilibrios habituales, el Madrid se replegó con eficacia, negó espacios a Piojo López y cazó al Valencia al contragolpe. El mundo al revés, pero dio la impresión de que las cosas no ocurrían por casualidad. Toshack trazó un plan y sus jugadores colaboraron solidariamente en su cumplimiento. Eso es una noticia de primer orden en el Bernabéu.

REAL MADRID 3

VALENCIA 1Real Madrid: Illgner; Panucci, Hierro, Iván Campo, Roberto Carlos; Seedorf (Savio, m.66), Sanchis (Jaime, m.80), Redondo, Raúl; Mijatovic (Guti, m.75) y Morientes. Valencia: Cañizares; Roche, Djukic, Bjorklund; Angulo, Milla (Farinós, m.46), Mendieta, Schwartz, Carboni (Popescu, m.78); Ilie (Juanfran, m.46) y López. Goles: 1-0. M.10. Morientes remata un centro de Roberto Carlos. 2-0. M.30. Rául cabecea un pase de Panucci desde la derecha. 2-1. M.70. Mendieta transforma un tiro libre. 3-1. M. 71. Incursión de Savio culminada con un centro que remata Raúl. Árbitro: López Nieto. Expulsó a Schwartz (m.31) por una dura entrada a Redondo. El jugador valencianista dio un manotazo en la cartera donde el colegiado guardaba las tarjetas, tras haberle mostrado el colegiado la segunda amarilla. Amonestó a Panucci, Campo, Hierro, Redondo, Sanchis, Mendieta, Milla y López. Unos 70.000 espectadores en el estadio Santiago Bernabéu.

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El Madrid bajó su nota en el segundo tiempo. Algo de mérito tuvo el Valencia en ese periodo. Se había quedado con diez jugadores tras la expulsión de Schwartz (m.31) y se le veía en una situación incomodísima. En la primera parte, defraudó en todos los aspectos del juego. Le faltó la vitalidad, le sobraron errores defensivos y nunca encontró la manera de explotar la velocidad de López. Sobre Ilie, nada que decir. Se desinteresó del partido de forma escandalosa. Ranieri le quitó con buen criterio y arbitró una solución que sorprendió al Madrid durante muchos minutos. Jugó con un delantero (Claudio López) y pobló el medio campo, sin encontrar la respuesta adecuada del Madrid. Quizá Toshack debió meter un centrocampista más para eliminar riesgos. No lo hizo y su equipo sufrió más de la cuenta, hasta el punto de recibir un gol y meterse en problemas.

Pero en estos casos, Raúl es mano de santo. En la siguiente jugada, Savio demostró su calidad como extremo: penetró y metió un centro raso. Raúl, siempre voraz con el gol, apareció por el segundo palo y marcó el tercero del Madrid. Allí se cerró el encuentro.

Durante el primer tiempo, el Madrid tuvo el aire profesional que le ha faltado durante todo el campeonato. Los jugadores interpretaron su papel con atención, sin un apunte de la holgazanería de costumbre. Como síntoma, Panucci. Esta vez se le vio metido en el encuentro. Para defender y atacar. No le pasó inadvertido ningún detalle. Parecía un lateral sin tacha, de los que merecen la pena. Incluso proporcionó un centro medido, el del segundo gol, en contraste con tantos otros a las nubes. Panucci servía para explicar el grado de dedicación de los jugadores. Todos los detalles del juego estaban bien resueltos. En algunos casos, con gran categoría, como en el de Hierro; en otros, con oficio, como sucedió con Sanchis. Pero uno por uno, el equipo funcionaba, cosa que obligaba a preguntarse por el grado de desaprovechamiento de este equipo y por las responsabilidades de cada cual.

El Valencia no contestó y ese silencio resultó sorprendente en un equipo que gasta fama de aguerrido y que se desenvuelve con tanta soltura fuera de Mestalla. Extrañamente pusilánime, no encontró una sola respuesta a los problemas que se le venían encima. No fue carne, ni pescado. Ni buscó el pelotazo, fórmula querídisima por Ranieri, ni hizo sentir el peso de la presión en el centro del campo, ni la defensa se organizó de manera convincente. Se vio superado por el Madrid en todos los aspectos. En el táctico, en la actitud y en remate. Los goles vinieron a certificar la diferencia.

El primero lo marcó Morientes, muy activo en el arranque del partido, y el segundo correpondió a Raúl, que cabeceó un centro de Panucci. Todos los tantos madridistas tuvieron algo en común: la utilización de los costados para desbordar a la defensa del Valencia. Desde la izquierda en el primero y el tercero (Roberto Carlos y Savio), desde la derecha en el segundo (Panucci, con un toque delicado).

El sólido ejercicio madridista fue recibido con sorpresa en el Bernabéu. Debió de ocurrir por la falta de costumbre. Pero en el segundo tiempo se vio la misma película de otras tardes. Los industriosos centrocampistas del Valencia comenzaron a carburar y el Real Madrid se desestabilizó en todas las líneas.Todo eso a pesar de la escasísima incidencia de Piojo López, desactivado por falta de sitio. No encontró espacio para correr. De su presencia sólo quedó grabado un espectacular remate a la escuadra. Para entonces, el Valencia ya se sentía perdedor.

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