Fiesta para todos

El Bernabéu recibió a sus jugadores con duras pancartas y tímidos aplausos tras el desastre de Vigo (5-1). Del primer anfiteatro colgaban algunos mensajes muy directos: "No tenéis vergüenza" y "Sanz: échalos". En el palco, la directiva del Madrid observaba con preocupación cualquier movimiento o sonido desde el público. La preocupación era tal, que se decidió abaratar el precio de las entradas para la visita del Valencia. Así, la más cara costaba ayer tan sólo 6.000 pesetas; se había reducido en casi la mitad el valor que se le habría dado en otras circunstancias. En el minuto 10, el gol de Morientes inclinó la balanza en el marcador y en la grada. Los aplausos se hicieron más fuertes y las pancartas del primer anfiteatro se plegaron. A partir de ese momento algunos jugadores considerados malditos por la afición pasaron a vivir momentos de tímida gloria. En el minuto 30, el pase de Panucci a Raúl del que llegó el segundo gol sirvió para que el italiano arrancara una estruendosa ovación de ese público que tanto le ha reprochado en los últimos meses. Panucci tenía ayer muchos motivos para hacer un gran partido. Uno de ellos era la presencia en el palco de honor del Bernabéu de Césare Maldini, que tras haber abandonado la selección italiana trabaja para el Inter de Milán. En Italia se habla desde hace meses de que el Inter será el destino de Panucci la próxima temporada.

A la ovación de Panucci le siguieron otra a Iván Campo y una tercera a Seedorf cuando abandonó el terreno de juego para dar entrada a su compañero Savio. Seedorf, que dejó el Bernabéu hace 15 días criticando duramente a la afición a la que luego acusó de no entender de fútbol, se marchó aplaudiendo a la tribuna. El público también estalló en gritos a favor de Savio, condenado una vez más por Toshack a la suplencia inicial. Ayer había fiesta para todos.