Aplastado
Otro ciclista aplastado como un mosquito. Un escalofrío me recorre todo el cuerpo. He visto en más de una ocasión el estado en que queda la bicicleta y el pánico me impide soltar siquiera unas lágrimas. No me salen. Apenas puedo tragar saliva, casi ni respirar. Se te pasa por la cabeza que podría haber sido la tuya y, al imaginarlo, retiras la mirada. Abandonas. Te sientes incapaz de afrontarlo porque, si lo hicieras, no saldrías nunca a la calle. Pero el hecho está ahí. Te das cuenta de lo frágil que eres, de lo desamparado que estás. De la injusticia que supone que los coches tengan airbags y a ti te digan que con el casco vas protegido. ¡Cuánta indolencia! Me pregunto qué hizo mal el pobre de José Antonio. ¿Acaso no tenía el derecho de ir en bicicleta a trabajar todos los días?-
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