Los adolescentes empiezan a fumar y beber a los 12 años, según un estudio
Un estudio elaborado por un equipo de profesionales del Centro de Salud Mental Infantil y Juvenil de Lleida revela que los adolescentes de la comarca del Segrià cada vez empiezan a fumar y a beber a una edad más temprana, que ha pasado de los 14 a los 12 años. Los 363 alumnos de ambos sexos de cuatro centros de enseñanza secundaria que han participado en la encuesta empezaron a tener los primeros contactos con el alcohol y el tabaco en esa franja de edad. Las conclusiones del estudio, presentadas ayer por el psiquiatra Àngel Pedra, son preocupantes: casi la mitad de los escolares, el 49,7%, se ha emborrachado al menos una vez en su vida y un 70% consume alcohol de forma habitual. Pero lo más alarmante es que los jóvenes alegan que beben porque les ayuda a "sentirse bien" o por costumbre, lo que en, opinión de los profesionales de la psiquiatría, demuestra que están fracasando los mensajes y las alternativas de ocio que se ofrecen a la juventud para apartarla de las toxicologías. Pedra considera que el descenso de la edad de iniciación en estas prácticas a los 12 años se debe a que los jóvenes de hoy gozan de mayor independencia de los padres y tal vez por ello tienen un acceso más fácil a estas sustancias, sobre todo a la cerveza, una bebida que consiguen fácilmente a pesar de que los bares tienen prohibido vender alcohol a los menores de 16 años. Los autores del estudio constatan que los chicos tienen mayor tendencia a beber y las chicas a fumar, y que los grupos mixtos favorecen estas prácticas. Asimismo señalan que el consumo de alcohol "parece actuar como expresión y refuerzo del vínculo social". "Lo que nos preocupa de estas edades", afirma Pedra, "es que estos niños beben para imitar a los mayores y porque se sienten bien. Se trata de darles otros alicientes para su tiempo de ocio". El psiquiatra lamenta que las campañas de prevención no estén dirigidas directamente a sectores concretos, como el de estos jóvenes, y propone mensajes más directos y comprensibles sobre los efectos nocivos del alcohol y del tabaco. La agresividad, la angustia y las depresiones son los trastornos más habituales observados entre los jóvenes que beben y fuman. "El principal problema es la agresividad, algo que se refleja en mayor medida en el colegio, y ello obliga a crear aulas especiales para niños cuya agresividad se ve agravada por el consumo de alcohol". "Es una cuestión que se debe tener en cuenta porque, de lo contrario, los profesores que tratan a este tipo de alumnos corren el riesgo de sufrir problemas nerviosos", afirma Pedra, quien destaca la necesidad de hacer campañas escolares, ya que si se logra frenar el consumo de tabaco y de alcohol se podrá controlar la drogadicción.
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