Necesidad de asilvestrarse PEDRO ZARRALUKI
El otro día estaba yo en la barra del Dry Martini cuando apareció por allí el dueño del local, Javier de las Muelas, con ese andar suyo tan característico de hombre hiperactivo que se impone no tener nunca prisa. Encaramado en el taburete, me dediqué a observarlo en tanto no advertía él mi presencia. Aquella noche mantenía una redoblada y engañosa apariencia de caballero desocupado, los zapatos más lustrosos que nunca. Al verme esbozó una frágil sonrisa. Javier de las Muelas es un tímido con una asombrosa propensión a sufrir ataques de entusiasmo, por lo que me pregunté, mientras nos saludábamos, en qué grandísimo lío andaría metido para mostrar aquel aura de casi beatífica placidez. Ante mi asombro, empezó a contarme lo importante que era para él caminar días enteros por el desierto, bajo un sol abrasador. Como se comprenderá, le miré de hito en hito y eché un vistazo preocupado a su copa, pero era agua lo que estaba bebiendo. "En el desierto debe de haber unas vistas espléndidas", comenté con prudencia. Y entonces me explicó dónde encontraba él la lentitud. Todo empezó hace ya 15 años, cuando a un francés llamado Patrick Bauer se le cruzaron los cables y decidió atravesar, a pie y en solitario, el desierto del Sáhara. Tras 12 días de penosa caminata alcanzó por fin la meta que se había impuesto y descubrió, no sin cierta perplejidad, que le invadía una gran tristeza por haber dejado atrás su objetivo. Se propuso entonces repetir la experiencia todos los años, y así nació el Marathon des Sables, una especie de alternativa ecológica a los rallies motorizados. Se celebra en Marruecos. Es una carrera a pie, de 230 kilómetros de longitud y una semana de duración, que se realiza sin otros alimentos que los que se puedan cargar en la mochila. Javier de las Muelas se apuntó a la prueba en 1997. Acodado en la barra del Dry Martini, aferrado a su botellín de agua como si estuviéramos sentados en una duna a las doce de la mañana, me explicó que en la jornada más dura del maratón se recorren 80 kilómetros de una sola tirada. "Primero te cansas. Después te agotas. Luego, asombrosamente, tienes la sensación de que vuelas". Los días se convierten en una lucha extenuante; por las noches, a la entrada de las jaimas, se recibe un baño de estrellas. Lo más asombroso es que ese esfuerzo brutal acaba convirtiéndose en un lavado interior. En el Sáhara se descubre lo superfluo de casi todas las cosas, se vuelve uno demorado y pacífico. Escuchando a Javier de las Muelas recordé mi regreso de la selva costarricense, algunos años atrás. Había alcanzado el mar Caribe desde el interior, siguiendo en barca la corriente de un río que discurría por entre la espesa vegetación. La quilla hería grandes extensiones de lirios y los cocodrilos reposaban en las orillas. Al ver las olas del mar rompiendo contra las aguas del río el corazón me latía con tanta fuerza que parecía un animal encerrado entre mis costillas. Ya de regreso en Barcelona, mi mujer me miraba con una sonrisa. "Estás diferente", me decía. "Te ha cambiado el carácter". Y era cierto. Hay una forma de estar en paz con todo el mundo que pasa por irte muy lejos de tu ciudad, por dejar de construir y de construirte. Aquella noche en el Dry Martini recordé también un pasaje del extrañísimo libro de Italo Calvino Las ciudades invisibles. Marco Polo llega a una ciudad que siempre está en obras: "A la pregunta: ¿Por qué la construcción de esta ciudad se hace tan larga? Los habitantes, sin dejar de levantar cubos, de bajar plomadas, de mover de arriba abajo largos pinceles, responden: Para que no empiece la destrucción. E interrogados sobre si temen que apenas quitados los andamios la ciudad empiece a resquebrajarse y hacerse pedazos, añaden con prisas, en voz baja: No sólo la ciudad". Mucho ha crecido el Marathon des Sables desde el día ya lejano en que Patrick Bauer completara el recorrido del desierto y descubriera la melancolía. Este año compiten Jesús Corredor y Francesc Osuna, además de un buen número de aficionados entre los que se encuentra Nil Bohigas. Se celebra esta semana, y se puede seguir en directo por Internet en la web: www.quokka.com.
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