Sosiego relativo
ANTONIO FERNÁNDEZSe fue la Semana Santa y llegó la tranquilidad. Trabajo, colegio, tráfico... En fin, la rutina, que, al cabo, no somos otra cosa que animales de costumbres. Sosiego relativo: que ya se anuncian en Córdoba las festividades del próximo mes. La teniente alcalde de Participación Ciudadana, Amelia Caracuel, está ultimando los detalles para presentar el cartel y programa del jolgorio de mayo: romería de Santo Domingo, cruces, cata del vino, patios y la feria. Ahí es nada. Antes hay que recuperarse del exceso de incienso y cera. Ayer aparentaba ser un día normal en la ciudad. Pero a buen seguro, los índices de productividad estuvieron muy por debajo de la media de los días laborables. Lástima que no dispongamos de un barómetro para calibrar los niveles. "Qué coñazo", "pues vengo hecho polvo", "ufffff", ocuparon probablemente el hit parade de los comentarios en oficinas y despachos varios. Imaginamos que no diferirán mucho de los del resto de los curritos ibéricos. Bueno, sí: muchos truenan contra Iberia, pero como los cordobeses no tenemos derecho a volar desde nuestra propia ciudad, nos hemos ahorrado el sofocón. Acorde con el tono general y en solidaridad con el resto de los ciudadanos, la actividad pública de los próceres locales en el día de ayer no dio grandes titulares. Pese a todo y para mostrar que no nos olvida, el rector de la Universidad, Eugenio Domínguez, presentó el programa del Congreso de Ciudades Históricas, que se celebrará en Córdoba del 15 al 17 de abril. Habrá que estar atentos, parece interesante. El presidente de la Unesco, Mayor Zaragoza, encabeza el comité de honor y ha confirmado su intención de asistir a alguna de las jornadas. La parte organizativa y científica corre a cargo del decano de Filosofía y Letras, José Clemente Martín de la Cruz, y del catedrático de Historia Moderna, José de Bernardo Ares. Acompañando en la presentación a los académicos estuvieron el presidente de la Diputación, José Mellado, y el alcalde, Rafael Merino, patrocinadores del congreso, junto con Cajasur y la Junta. La nota de color la puso Merino, quien lucía un moreno rojizo deslumbrante. Extraño bronceado, sabiendo que no ha abandonado la ciudad -viernes y sábado hizo de cicerone de Álvarez Cascos y Gema-. La respuesta a tan buen color está por tanto lejos de la costa, algo tiene que ver con una siesta en la terraza de su ático.
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