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Oxigenar el Liceo

"El Gran Teatre del Liceu és una operació metafòrica: l"aixopluc de la intempèrie". Esta frase la escribió Perejaume en 1990 en un texto recogido en el libro La pintura i la boca (Edicions de La Magrana). "Cada any hi penso: "Quan vingui el bon temps, anirem a fer els concerts a la serra de Busa, o a la vall de Ribelles, o al cim de Catiu d"Or". Però mai no ha estat així". "Mi obsesión es oxigenar el teatro", afirma ahora el artista en relación con las pinturas que decorarán el techo y el proscenio del Liceo. Explica que, con esta plantación sinuosa de butacas rojas que reproducen las antiguas butacas del teatro, ha querido sacar el coliseo al aire libre, al plein air, convertir en público este espacio privado por excelencia. El Liceo como gran maquinaria de representación, casi como la representación por excelencia, en contraste siempre con el Pirineo, con la tierra, con la naturaleza, que poco a poco hemos ido transformando también en representación de sí misma. El comité de expertos que decidió elegir el proyecto de Perejaume para decorar los ocho rosetones del techo y los tres lobulados del proscenio del teatro afirmó en su día que, entre otras, había advertido en Perejaume una "fuerte interiorización de lo que significa el Liceo". No podían dar más en el clavo. Efectivamente, Perejaume tiene interiorizado el Liceo. O mejor, lleva pensando y trabajando sobre el Teatro, con mayúsculas, desde hace años. En Madrid instaló butacas del María Guerrero en una galería de arte; en Nueva York colocó butacas teatrales en un escaparate del New Museum, y en un paisaje del delta del Ebro situó butacas del Palau de la Música. Telones, escenarios y butacas vacías abundan en su trabajo y suelen estar relacionadas con la paradoja contemporánea que enfrenta al lenguaje y la naturaleza. "Primero está la idea de la pintura como teatro, como representación", afirma Perejaume. "Y por otra parte, está el teatro mismo. Es una obra en parte tradicional que está emparentada con la pintura del XIX y con los colores tradicionales del teatro, pero también hay un juego contemporáneo. He intentado establecer un diálogo entre una cosa y la otra. En función, además, de la opción de reconstruir la sala. Ya que se reproduce miméticamente la sala anterior, he intentado abrirla y darle la vuelta". Finalmente, ha decidido trabajar los rosetones con ordenador porque así, afirma, "adquiere el aspecto de documento verídico" y se consigue un distanciamiento respecto al autor. No quería, explica, que quedara patente la marca del artista en el objeto, sino que el público pudiera sentir la obra como algo suyo. Aún no ha acabado el diseño definitivo, que espera poder ver instalado el próximo julio, pero ya se puede apreciar el efecto en algunas pruebas. Los ocho rosetones funcionan como ventanas abiertas que enmarcan un gran paisaje ininterrumpido de butacas del que, en alguna parte, se podrá apreciar el horizonte del cielo. Técnicamente, estas imágenes se imprimirán posteriormente en un papel de alta calidad y se colocarán en el soporte del rosetón. En el proscenio, en cambio, Perejaume tiene previsto utilizar pintura. Allí también ha previsto un paisaje corrido de una gran platea oscura y plana en cuyo fondo se aprecian fragmentos de las pinturas que decoraban anteriormente este espacio. Sólo ha salvado de la decoración original un fragmento de la pintura que hacía referencia a una obra de Wagner. "Más que desde el punto de vista social o musical, lo que me interesa es el Liceo como maquinaría representativa en sí misma", afirma el artista. "Me interesa escenográficamente, como el paraíso del truco, de la trampa".

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