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La conciencia del fútbol kosovar

El deporte albanokosovar también tiene conciencia. No es internacional, ni famoso, ni mucho menos millonario. Se llama Agim Xhafa, tiene 28 años, juega en el modesto Novelda, de la Tercera División alicantina, y desde aquí implora la paz para los Balcanes mientras su pueblo y su familia huyen de la represión serbia. Durante 12 días, Xhafa no tuvo noticias de sus padres ni de dos hermanos menores, a quienes dejó en Pec, la segunda ciudad de Kosovo, que ha sido saqueada y quemada. Finalmente, ayer recibió una llamada de su hermana. Todos están a salvo en Tirana, una vez desalojados de su vivienda a punta de pistola. "Cada vez estoy más preocupado porque esto parece no tener fin", confiesa, horrorizado por el ejecución de Fehmi Agani, dirigente kosovar que participó en las conversaciones de paz de Rambouillet. Humilde por naturaleza, Xhafa elude el protagonismo, pero se ha visto obligado a dar la cara a raíz de las manifestaciones de destacados futbolistas serbios, con Mijatovic a la cabeza, en apoyo de Milosevic: "Quiero defender a mi pueblo y salir a contar la verdad respetando a todos". ¿Y cuál es la verdad del pueblo kosovar? "Todo el mundo sabe lo que está haciendo Milosevic porque ya hizo lo mismo en Eslovenia, Croacia y Bosnia", explica el jugador. "La OTAN entró en Yugoslavia para ayudar a un pueblo indefenso. La gente es libre de pensar lo que quiera, pero la OTAN no tiene intereses en Kosovo porque allí no hay riquezas. Entró para evitar una limpieza étnica y, si no nos protege, habrá campos de concentración y nuevas ejecuciones", subraya. Xhafa encarna el ansia de paz de su gente y recuerda la renuncia de Kosovo a la independencia, así como el desarme de su Ejército de Liberación Nacional comprometidos por Rambouillet. "Sin embargo", explica, "Serbia se opuso a la paz, y de ahí el bombardeo de Belgrado, sobre el cual la gente está mal informada porque Milosevic controla y manipula todos los medios de comunicación". Para este humilde y espigado central, el horror yugoslavo viene de muy antiguo. "La guerra se debe a los odios acumulados durante siglos, que han sido aprovechados por dos o tres locos para engañar a la gente y llevarla a la lucha", reflexiona, "y se equivocan porque aquí no hay vencedores ni derrotados. Con la guerra perdemos todos". Además, el futbolista lanza un comedido reproche a estrellas como Mijatovic, Jokanovic o Djukic: "Están en su derecho de hacer lo que quieran, aunque pienso que los futbolistas debemos jugar y dejar la política para los políticos". Xhafa les envía una llamada a la concordia: "Debemos ser embajadores de nuestros países. Los jugadores de Kosovo, de Belgrado o de Montenegro tenemos que dedicarnos al fútbol y pedir únicamente la paz. No debemos manipular la realidad ni ser marionetas de ningún político". La carrera de Agim Xhafa es muy distinta a la de los internacionales serbios. Con 18 años dejó su casa de Pec para jugar en Croacia con el Dubrovnik, donde coincidió con Djukanovic, futbolista serbio del Hércules -"muy amigo mío y una bella persona"-. "Me instalé con la familia, pero me ví obligado a marcharme porque comenzaron los ataques de Serbia. Mis padres y hermanos, los pobres, van a vivir dos guerras sin ser políticos", añade. Huyendo de la guerra, en 1992 inició la eventura española en el Sestao y desde allí pasó al Ourense. "Tuve mala suerte porque los presidentes de estos clubes se marcharon por razones económicas cuando llegué. Y elegí bajar de categoría antes que volver al peligro de mi país". Así, recaló en Monforte de Lemos, luego en Orihuela y, desde julio pasado, en Novelda. A fuerza de dar tumbos por España, ya se siente casi como en casa. En Novelda ha sido muy bien recibido. "Es un chico magnífico", destaca el presidente, Juan Sánchez, quien le ha visto llorar varias veces por la suerte que pueda correr su familia. Para colmo de males, Xhafa llegó de Orihuela con una fractura de tibia y peroné mal recuperada. El Novelda costeó la segunda operación en noviembre y le paga el piso. El jugador sólo ha podido disputar 15 minutos del actual campeonato, y en su momento pidió a la directiva que le resciendiera el contrato si no iba a ser útil. "Jamás permitiremos que se vaya a vivir debajo de un puente", indica el presidente. "Es más", añade, "tiene la renovación encima de la mesa porque tenemos gran fe en él como persona y como jugador". Pero para el futbolista ahora lo más urgente es saber de su familia: "Yo no tengo problemas con nadie, tengo amigos en Serbia, puesto que en casa me han enseñado a no odiar". Así es Agium Xhafa, la conciencia del fútbol kosovar. Vive pendiente del teléfono. Espera angustiado más noticias de los suyos. Sueña con la paz.

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