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Esculpir dioses

OFICIOS COFRADESIMAGINEROSLa imaginería religiosa requiere, por igual, grandes dosis de arte y grandes dosis de devoción. Escultor es cualquier artista que talla, modela, moldea o esculpe y que hace surgir la forma de la piedra, el mármol, la madera o el barro. Pero imaginero es aquel que, además de esculpir, despierta la pasión o el sentimiento místico. Ésa es al menos la opinión de Luis Javier Fernández Cardenete, un granadino que, con apenas 21 años, ya creó la imagen titular de una cofradía del barrio de La Chana, Jesús de la Victoria. Su obra se encuentra ahora en el oratorio del Convento de las Calzadas. "Crear una imagen que no sólo va a contemplarse, sino a la que mucha gente va a rezarle, es algo que ya compensa para siempre", reflexiona. La imaginería religiosa granadina tuvo su momento de esplendor en los siglos XVI y XVII, con artistas como Alonso Cano o Pedro de Mena. Su principal característica era la sobriedad, el recogimiento y el éxtasis, muy lejos de la exaltación sevillana o el colorido malagueño. A mediados de este siglo la escuela granadina decayó y hoy sí hay apenas imagineros en la ciudad. "La mayoría se ha tenido que ir a Sevilla, donde se vive el oficio, y donde se puede vivir de él", afirma Fernández Cardenete. "Lo cierto es que no sólo en imaginería, sino en todo, la Semana Santa granadina se ha dejado seducir por la de Sevilla". El oficio de imaginero puede estar muy bien pagado, "pero requiere un esfuerzo enorme, una actitud constante, muchísima pasión", dice. Discípulo de Manuel Ramos, que lo fue a su vez del maestro sevillano Luis Álvarez, para Luis Javier Fernández se trata de un "trabajo duro, que requiere muchas horas de dedicación, de reflexión y de estudio y al que hay que darle mucho, pero también resulta muy gratificante, sobre todo cuando ves a la gente que experimenta la religiosidad ante una imagen". La clave de la imaginería está en que "además de artista, hay que tener unas vivencias religiosas muy importantes, muy profundas, y un enorme conocimiento de la vida de Jesús para poder adentrarse en sus expresiones, en sus gestos". El imaginero debe ponerse en la piel de Cristo, sentir su dolor, para luego imprimirlo en una madera, o en la arcilla. "Hay que trabajar con inspiración, tener una fuerte base cristiana aparte de conocer muy bien la técnica". Fernández Cardenete, que trabaja principalmente con el barro, considera que la técnica escultórica, por sí sola, "no puede imprimir ese carácter religioso y místico que tiene la imaginería, y que es lo que hace de ese arte algo absolutamente diferente". "El imaginero", añade, "no es sólo un escultor, es algo más". A fin de cuentas, el imaginero esculpe dioses.

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