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LA CASA POR LA VENTANA Una primavera sin remedio JULIO A. MÁÑEZ

Poco después de ver a Eduardo Zaplana en Madrid asegurando bajo la mirada turbia de Isabel San Sebastián que los liberales lo tienen más duro al gobernar porque carecen de todo el apego al poder, y no como otros, se vio a la hora de la siesta en la telecosa autonómica a la pasmarota de la Mar Flores haciendo filigranas para convencernos de que la música es la pista mediante recursos de charlatana tales como canturrear el pasodoble dedicado al torero José Ortega Cano como pista inconfundible para identificar el nombre de un filósofo que, como les parecerá lógico a los guionistas del programa, no era otro que José Ortega y Gasset, al tiempo que en uno de esos culebrones tipo El súper una adolescente apenas quinceañera aconseja a una amiga en términos que exactamente dicen de este modo, a saber: "Permite aflorar tus sentimientos, no te reprimas hasta dar todo lo que tienes dentro", que es como el guionista que no pisa calle entiende que hablan las adolescentes de ahora mismo, que es como los televiseros de aquí colocan a Ortega y lo que cuelga en su sitio con toda su gracia torera, que es como Rafa Blasco aconseja a su jefe principal -salvo que lo sea Sánchez Carrascosa- la manera de hacerse el listillo en público, y eso mientras se descubre que el ministro Josep Piqué es un liberal con los arrestos suficientes para alquilarse a sí mismo su vivienda familiar y el arzobispo García Gasco, que es el parroquiano que nos toca, se dispone a liberar a nuestras mujeres exigiendo que la formación profesional a distancia incluya la licenciatura de madre abadesa para todas. Todo es una y la misma cosa, en el instante atónito en que se percibe que la simulación de aldea usurpa el lugar preciso de lo que en verdad sucede, en vísperas de un abril más cruel que de costumbre porque será preludio cierto de un mes de junio sin remedio. Mientras tanto, un Joan Romero más inquieto que inquietante y ajeno a la tentación de vaciar la noción de responsabilidad de todo contenido retoma los pasos de aquel personaje de Faulkner que siguiendo la voz de la noche comprendió de repente que el sonido era el roce de la tierra girando sobre su eje al acercarse ese momento en el que había de decidir si seguía adelante o se inmovilizaba para siempre, proponiendo unas listas de candidatos que revelan de una vez por todas que la renovación era exactamente esto. Dije en otra ocasión y no lo siento que Romero no traspasaba en la foto de precampaña, pero debí añadir que a Joan Lerma es que ni siquiera se le veía y que aquí, aunque por razones que tienen más relación con asuntos de otro tiempo, el único que daba imagen ante el voluble ojo mecánico era Ciprià Ciscar y su cuidada jeta de osado renacentista desvalido, como bien apuntó un joven Miquel Navarro al ser preguntado hace unos años por la cabeza que preferiría dibujar caso de darle al lápiz, y espero de la finura del escultor de Mislata que no se le ocurra mencionar a Ciscar bis (que tiene de su hermano apenas los andares) si se le vuelve a importunar con una pregunta semejante. Joan Romero no será Brad Pitt, y maldita la falta que le hace, pero es un currante de postín bastante menos feo que Zaplana, Jovellanos, Tarancón y Fabra, juntos, tiene un dibujo digno que podría encontrar su parecido con un rejuvenecido Lèvi-Strauss, si bien la gravedad de su porte queda más próxima a Franz Schubert que a The Beatles, lo que puede vender mucho en ciertos medios, y parece resuelto a liquidar lo que queda del fracaso del socialismo nuestro y a tomarse en serio aquello de que la representatividad política debe recaer en personas más atentas a lo que pasa en la calle que a los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa (Antonio Machado, vaya), y a lo mejor por eso tiene que marcharse. Origen de clase y trabajosa construcción de su persona, que comparto, obligan a la buena gente como Romero a conservar la decencia incluso en los asuntos de política profesional, que no es de recibo confundir con la ambición de los profesionales de la política que lo mismo están en Pinto González que en Valdemoro Aznar, con parada previa y, lo que es peor, voluntaria en los arrabales huertanos del pensamiento Mao Tsé Toung al servicio mayormente de animosos vendedores de plazas turísticas al por mayor como ilusionante proyecto nacional para el próximo milenio. El País Valenciano será Benidorm o no será. Por lo menos, Jovellanos tiene la suerte de no ver con sus ojitos el careto izquierdo del personal con que se lo vincula a premiazos. Aunque mejor lo tiene Pinochet, para qué nos vamos a engañar, más contento que unas pascuas al saber por los ingleses que no llegó a ser Pinochet hasta 1998. Otro truhán que morirá en su cama.

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