Borau afirma que contar la verdad exige manipular para ser más creíble. Borau advierte de los "errores" que contradicen una película
El realizador, guionista y productor de cine José Luis Borau afirmó ayer en Valencia con rotundidad que el "cine es una manipulación". Rechazó la carga negativa del término, aludió a su significado original como juego de manos y explicó que "para contar la verdad hay que manipular para que el relato resulte más creíble y satisfactorio". Ilustró su discurso recurriendo al "manipulador monumental" que fue Billy Wilder y al "truco magistral", apenas percibido, que empleó en su película El apartamento para que la gente no se extrañara de que Jack Lemon, en una Nochebuena en Nueva York, encontrara enseguida un médico para salvar a su amada Shirley McLaine del suicidio. El espectador perdería el interés y el relato verosimilitud si, de repente, se descubriese que cuando hace falta, el vecino de al lado es médico. Por ello, mucho antes, Wilder hace que el citado vecino le comente a un pobre Lemon que lleva una enorme cesta repleta de botellas vacías que han consumido en su casa sus jefes con sus ligues, que debía donar su cuerpo al museo de medicina. Lo que parece una gracia se constituye en un elemento fundamental para que fluya sin meandros el relato. Borau dio una entusiasta y meticulosa lección de cine en la UIMP. Profesor de guión en la Escuela de Cine de Madrid y ex presidente de la Academia de las Artes y las Ciencias, el director aragonés de Furtivos, Niño Nadie o Río abajo demostró ayer un gran interés por aspectos que, quizá, parezcan nimios pero que pueden malograr una película. Con vehemencia y sentido del humor, Borau, a quien el Centro de Formación de Guionistas de la UIMP y la Filmoteca le rinden homenaje con un seminario y un ciclo, destacó los detalles o "errores" que "contradicen" el guión. Por ejemplo, el hecho de que los muebles de una supuesta residencia aristocrática estén viejos y astillados, como sucedía en algunas películas españolas o que aparezcan en otros filmes de hace años "la misma cama o el mismo armario". Borau estuvo acompañado en su intervención por el montador de algunas de sus películas (también de las de Almodóvar) José Salcedo, quien destacó la gran afición del realizador por esta técnica y subrayó el magisterio del director sobre toda una generación de cineastas. "Una vez rodada, el montaje es la última ocasión de mejorar la película", afirmó Borau. Éste también sostuvo, siempre en tono didáctico y vehemente, que hay que "sacar partido" de lo que se ha grabado y desistir de intentar mediante el montaje que la película se parezca lo más posible a como se proyecta en la cabeza del director en su origen. Del guión comentó que no está hecho para ser leído como literatura, aunque parta de una idea literaria. Entre seis meses y un año requiere escribir un buen guión, añadió Borau, quien hoy inaugura un ciclo en la Filmoteca con la presencia de Aitana Sánchez Gijón.
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