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Después del COI, ¿es el turno de la FIFA?

Blatter intenta acallar las voces de que compró votos para ser presidente de fútbol

Los grandes organismos del deporte mundial no levantan cabeza. Acabado, o así lo parece, el caso COI, he aquí que se vislumbra en el horizonte un posible caso FIFA. En esta ocasión, la acusación no va dirigida contra el funcionamiento de la organización, sino contra los métodos que utilizó el suizo Sepp Blatter para derrotar al sueco Lennart Johansson en las elecciones a la presidencia en junio pasado, en París.El libro Cómo robaron el partido, del periodista inglés David Yallop, pone de nuevo de actualidad unos rumores que ya recorrieron los pasillos de los hoteles de París durante la elección y que tanto vencedor como derrotado prefirieron no comentar. Lo que se decía entonces y Yallop repite ahora, con fuentes directas, es que Blatter compró el voto de 20 federativos africanos a cambio de un sobre con 50.000 dólares (unos 7,5 millones de pesetas) entregado en el hotel Meridien la noche anterior de una votación que ganó al sueco por 111-80. El libro de Yallop añade que fue el mandatario de un país de Oriente Medio el misterioso donante del millón de dólares que costó la operación.

El libro no se queda en el mandato de Blatter. También aporta datos sobre los supuestos pucherazos puestos en práctica por su antecesor y mentor, Joâo Havelange, en sus 25 años en el cargo, y sobre los sueldos y estilos de vida (incluidas cuentas corrientes en paraísos fiscales) de los hombres fuertes de la FIFA aprovechando los enormes ingresos generados por los derechos televisivos de los Mundiales.

No es de extrañar que Blatter haya hecho lo imposible para que el libro se quede en inédito. Lo logró en Suiza, donde un juez ha prohibido su venta y distribución, pero no así en Holanda, donde hace una semana el juez lo autorizó.

Los nervios de Blatter habían hecho cundir otro rumor: Johansson, anunciaron algunas agencias, estaba dispuesto a solicitar la creación de una comisión de investigación, estilo COI, en la FIFA. Pero el sueco lo ha desmentido rotundamente. Porque quiere quedar como un buen perdedor, dicen sus fieles; por puro corporativismo, afirman los críticos. Johansson, no lo olvidan, es también presidente de la UEFA, otro organismo que no debe de tener muchas ganas de que le investiguen.

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