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FÚTBOL 27ª JORNADA DE LIGA

El Zaragoza le pone límites al Valencia

Los de Ranieri chocan contra el entramado defensivo de Rojo en un partido muy feo

En un partido lijoso, el Zaragoza puso límites al Valencia, que había encadenado tres victorias consecutivas en la Liga y se creía capaz de todo. No tanto. A Txetxu Rojo le bastó llenar de trampas el terreno de juego, con un par de marcajes individuales sobre las entrellas valencianistas (Claudio López e Ilie) y una defensa pobladísima, para desactivar por completo el ataque valenciano, que sólo se iluminó con un disparo lejano de Ilie que equilibró el marcador. Ni antes ni después sucedió nada futbolísticamente interesante. Bien es cierto que Ranieri arriesgó tras el descanso, mejoró levemente en ese periodo su equipo, pero no lo bastante para resquebrajar la acerada defensa zaragocista. El Zaragoza obtuvo lo que quería, puntuar como fuera, aunque para ello convirtiera la cita en una birria que se prolongó hasta después del pitido final, cuando algunos jugadores del Valencia arremetieron contra el árbitro, al que recriminaban que no descontara más tiempo. ¿Para qué ese suplicio? El Valencia, en suma, evidencia su falta de recursos para superar en su estadio a rivales de este estilo, que darían lo que fuera por pescar un punto. Los números cantan al respecto: el equipo valenciano sólo ha ganado uno de sus cuatro últimos cuatro partidos en Mestalla.En medio de la artificial polémica levantada durante la semana entre el presidente y el técnico, en la que Ranieri trató de lanzarle la afición al dirigente a través de una calculada ambigüedad, el Valencia jugó una primera parte horrorosa. Quizá producto de esta tensión innecesaria. O quizá debido a un rival especialmente áspero. El caso es que nadie en el conjunto de Ranieri se pareció ayer a sí mismo: ni el habitualmente dinámico Mendieta, recién convocado por Camacho para debutar con la selección española el próximo sábado, era Mendieta; ni el normalmente potente Angulo era Angulo; como tampoco Piojo López ni Adrian Ilie tenían nada que ver con esa pareja explosiva de delanteros. Simples sombras de sí mismos. En parte por estar inmersos en una tarde obtusa; en parte porque el Zaragoza estableció un centro del campo muy aguerrido y una defensa de piedra, en la que sus dos mejores marcadores, Paco y Solana, perseguían implacablemente por todo el territorio a Ilie y a Piojo, respectivamente (curiosamente, los dos delanteros fueron amonestados, mientras sus férreos defensores salieron limpios de tarjetas del envite).

VALENCIA 1

ZARAGOZA 1Valencia: Cañizares; Djukic, Björklund, Carboni; Angulo, Milla (Angloma, m. 46), Mendieta, Schwarz; Farinós (Vlaovic, m. 46); Ilie (Serban, m. 84) y Claudio López. Zaragoza: Mondragón; Cuartero, Paco, Sundgren, Solana, Pablo; Acuña (Aragón, m. 92), Garitano, Kily; Gustavo López (Marcos Vales, m. 83) y Milosevic (Wooter, m. 72). Goles: 0-1. M. 19. Gustavo López engancha un disparo durísimo desde la esquina derecha del área grande y el balón se cuela por la escuadra. 1-1. M. 48. Ilie aguanta las tarascadas de un contrario, avanza hacia el interior y dispara seco desde unos 25 metros para sorprender a Mondragón. Arbitro: Rodríguez Santiago. Amonestó a Claudio López, Acuña, Garitano, Sundgren, Ilie, Carboni, Djukic y Gustavo López. Unos 40.000 espectadores en Mestalla.

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Rojo, en definitiva, pintó un partido feúcho y pendenciero del que el Valencia no supo cómo salirse. Entre otras cosas porque no tenía salida por las bandas, en las que claudicaban Angulo, que vivía una tarde lamentable, y Schwarz, con demasiado armadura para correr por los costados. El Valencia, en fin, jugaba sin extremos y el Zaragoza era feliz con los atascos que provocaba en el interior de la pradera. Con eso y con la zurda amenazante de Gustavo López, que trajo de cabeza a Carboni desde el extremo derecho.

Ranieri, como viene siendo habitual, rectificó tras el descanso. Abrió mucho el campo al dar entrada a Angloma por la derecha y ubicar a Angulo por la izquierda. Lo que permitió que Ilie hallara un atajo para llegar raudo hasta Mondragón: un espacio libre en el centro que resolvió el rumano con un excelente disparo, muy seco, desde unos 25 metros. Una estupenda acción técnica que declaraba abierto el partido y designaba el fin de la infamia acontecida en el primer acto. El Zaragoza, herido, reaccionó de inmediato: le robó el balón a Mendieta, síntoma evidente de que el jugador vasco estaba ayer como un flan, y lanzó a Milosevic, quien, en el mano a mano con Cañizares, se topó con una gran estirada del portero.

El cuadro de Rojo, sin embargo, siguió a lo suyo: la defensa a ultranza, mientras el público silbaba, como en los viejos tiempos, a Piojo López, que no anduvo muy fino. El ataque valencianista era desaliñado e impreciso, convirtiéndose el choque en un correcalles del que cualquiera podría sacar partido. No sería Vlaovic, en cualquier caso, que dilapida, con desafortunadas actuaciones, las múltiples oportunidades que le conceden unos entrenadores y otros. La cosa estaba más que nadie para Piojo, que suele picar en medio de la anarquía, pero el argentino no halló el apoyo adecuado en Vlaovic.

Rojo retiró entonces a Milosevic, molido a palos por los tres centrales valencianistas, y dio entrada a Wooter, con quien cogió aire el Zaragoza, que apunto estuvo de marcar en un par de acciones enrevesadas. El partido acabó completamente deshilachado, sin que ni uno ni otro pudiera ordenarlo un poquito. Ni mucho menos Serban, que salió acelerado como siempre y se enzarzó en una cadena de regates tan interminables como estériles.

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