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Vacío entre dos bandos

Anderson, un robusto lealista de 38 años que hoy lleva un gimnasio de Shankill Road, está seguramente en lo cierto. Todas las organizaciones paramilitares protestantes, incluyendo los Luchadores por la Libertad del Ulster (UFF) y la proscrita Asociación de Defensa del Ulster (UDA), se han distanciado del crimen con inusitada celeridad y vehemencia. "Frankie llevaba una vida bastante complicada. Lo conocía personalmente. Estuvimos juntos en la cárcel", añadió Anderson. "Quienquiera que se lo cargó quitó de en medio a un problema ambulante", agregaba otro lealista.En estas circunstancias, sin embargo, la muerte de Curry adquiere una dimensión más inquietante. Divididas como están las fuerzas lealistas con vistas a la tregua y el proceso de paz, el asesinato bien pudo haber sido planeado y ejecutado como una advertencia a quienes se oponen a las negociaciones con los católicos republicanos. "El proceso debe avanzar", opinaba Anderson. "Nosotros lo apoyamos al cien por cien. La guerra tiene que terminar". ¿Está entonces la UVF dispuesta a entregar las armas y dar así el ejemplo al Ejército Republicano Irlandés (IRA)? Anderson responde con una amplia sonrisa: "Ni soñar", dice. Como la muerte de Frankie Curry, el futuro del proceso de paz está en el misterio.

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El odio se resiste a morir en el Ulster
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