Fiesta(s)
MIGUEL ÁNGEL VILLENA Medio país arderá esta noche. Desde las playas de Benicarló hasta el altiplano de Utiel y desde los acantilados de Dènia hasta los naranjales de Burriana, pasando por todos los barrios de la capital, centenares de hogueras repetirán el rito con las liturgias de siempre. En una tierra, como la nuestra, más conocida por los tópicos que por las realidades, las Fallas se unen a ese caleidoscopio de guía turística donde aparecen la paella, las barracas, la horchata y Concha Piquer. Cientos de miles, quizá millones, de españoles y de extranjeros, sólo conocen Valencia a través de los ninots y de los castillos pirotécnicos. Pero como ya señaló Joan Fuster hace unos años, el País Valenciano, más que un paisaje, es una geografía entera. Y siguiendo esas reflexiones del maestro hoy puede ser un buen día para rendir un homenaje a otras celebraciones al hilo de Fiestas populares, España día a día, el completísimo libro que ha publicado nuestra colega ilicitana María Ángeles Sánchez. Por sus documentadas páginas desfilan la espectacularidad de los moros y cristianos de Alcoi o de La Vila, las hogueras de Sant Joan en multitud de ciudades y pueblos valencianos, las fiestas de Sant Pere de Dènia, la impresionante puesta en escena de El Misteri de Elche, la añoranza medieval del Sexeni de Morella, los sobrecogedores fuegos de Sant Antoni en Canals o en Forcall, la celebración de la vendimia en Requena y una larguísima lista de festejos de Norte a Sur y desde la Epifanía a la Fira de Tots els Sants. Ahora bien, incluso un pueblo tan procaz y tan desvergonzado, tan fanfarronamente exhibicionista como el valenciano reserva algunas joyas en el misterio intimista, en el desván de sus secretos, para evitar que las miradas de masas turísticas profanen tradiciones de siglos. Pero aprendí precisamente de mi compañera María Ángeles Sánchez que los tesoros bien guardados no deben exponerse a la impudicia de un periódico o al sensacionalismo de una televisión. Las mejores citas festivas del año las recordamos los valencianos en voz baja. Por eso tampoco aparecen en esta columna.
