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Perote echa toda la culpa de las "escuchas del Cesid" a un comandante fallecido

Miguel González

Nadie como un muerto para cargar con el muerto. El ex coronel Juan Alberto Perote atribuyó ayer al comandante José Manuel Navarro Benavente, fallecido hace dos meses en accidente de tráfico, la decisión de grabar conversaciones telefónicas privadas de personalidades públicas por parte del Gabinete de Escuchas del Cesid entre 1984 y 1991. Ante el tribunal que le juzga, Perote eludió trasladar la responsabilidad hacia arriba, al ex director general Emilio Alonso Manglano, o hacia abajo, a los cinco agentes de la Agrupación Operativa. Con todos ellos comparte banquillo.

El tono que empleó Perote ante la Sección 15 de la Audiencia Provincial de Madrid estuvo muy alejado del estilo retador de que hacía gala en junio de 1995, cuando estalló el escándalo a través del diario El Mundo. "Todo lo que se hacía en el centro de inteligencia tenía como responsable al director. No había actividades incontroladas", declaró entonces, acusando también al ex vicepresidente del Gobierno Narcís Serra.Ayer, por el contrario, enfrentado a una petición de entre cinco meses y cuatro años de cárcel, que puede frustrar su inminente libertad condicional, optó por defender la licitud de la exploración del espacio radioeléctrico que realizaba el Cesid y la "imposibilidad metafísica" de que se interceptaran deliberadamente números concretos de teléfonos móviles o de que él ordenase conservar las grabaciones.

"Ni la di yo ni creo que la diera nadie", dijo cuando se le preguntó por la orden de espiar a políticos, empresarios o periodistas. "De lo que ocurría en el Gabinete de Escuchas tengo una responsabilidad más directa que el director", admitió más adelante.

Su única alusión al Gobierno socialista de la época se produjo cuando afirmó que la memoria anual de la Agrupación Operativa, en la que se reflejaban las actividades del Gabinete de Escuchas, la remitía al director "y creo que circulaba al ministro de Defensa. Aunque no tengo la certeza", puntualizó a continuación.

Tan favorable fue su testimonio para Alonso Manglano, con el que no ha intercambiado una palabra en las tres sesiones que lleva el juicio pese a sentarse a su lado, que el defensor de este último, Luis Rodríguez Ramos, renunció a hacerle preguntas.

Perote demostró tener un conocimiento del sumario más exhaustivo que los 14 letrados que asisten a la vista. Manejó con soltura las declaraciones, citando de memoria su número de folio.

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Ello no le salvó, sin embargo, de un grueso error. Para ilustrar sobre la inocuidad de la actividad del Gabinete de Escuchas, explicó que le entregaban las cintas en ruso, ya que él conoce ese idioma y aprovechaba para practicar escuchándolas en el radiocasete de su coche. El letrado que representa a García Trevijano no lo pasó por alto y destacó su facilidad para llevarse material reservado con fines particulares.

Este mismo abogado protagonizó la anécdota de la jornada al preguntar al ex coronel por su relación con Navarro Benavente, a quien se refirió como Navarro Estevan. Jesús Santaella, defensor de Perote y amigo del juez Joaquín Navarro Estevan, saltó como un resorte para evitar que el error figurase en acta.

Perote intentó desvincularse del funcionamiento del Gabinete de Escuchas, al que aseguró que acudía "una o dos veces por año", y sólo admitió haber recibido las cintas con grabaciones al Rey, a los ex ministros Fernández Ordóñez y Barrionuevo y al actual titular de Defensa, Eduardo Serra -aunque en este caso se trató, según dijo, de una transcripción-, además de las que utilizaba "para escuchar ruso".

Acabó reconociendo, no obstante, que las siglas AK correspondían a su persona y no a la Agrupación Operativa en su conjunto, como intentó hacer creer inicialmente. En el estadillo manuscrito de la cintateca del Gabinete de Escuchas, publicado en su día por El Mundo, figuraba la anotación "

[entregada] en mano a AK" junto a numerosas cintas.

Una grabación le quemaba especialmente en las manos: la que recoge una conversación entre el ex ministro Enrique Múgica y el diputado Pablo Castellano, que se representa a sí mismo en el juicio. "Si alguna estoy seguro que no me dieron es ésa", afirmó.

Esa cinta es especial porque, según los peritos, la conversación está grabada completa, desde los tonos de llamada, lo que hace muy difícil que se interceptara con un escáner. El tribunal ha preguntado a Telefónica si Múgica era titular de un móvil. De confirmarse que la conversación se mantuvo a través de dos teléfonos convencionales, se derrumbaría la tesis central de las defensas.

Perote ofreció una nueva explicación para esta cinta: su división no sólo grababa conversaciones, sino que recibía grabaciones de otros departamentos del Cesid para limpiarlas de ruidos. "Yo en ésas no intervine", dijo sobre la interceptación de teléfonos convencionales, personalizando por primera y única vez al referirse al Gabinete de Escuchas.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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