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Navajas sin sangre

La ausencia de cualquier rastro de sangre en la navaja que teóricamente fue empleada en el crimen y la supuesta vinculación de Antonio de Lucas Andreu, apodado El Mechina, a grupos neonazis de Majadahonda fueron dos de los asuntos más controvertidos del juicio.Tras el asesinato, El Mechina exhibió a sus dos amigos una navaja con sangre. La limpió en una fuente y a continuación se deshizo de ella arrojándola a un seto del parque Azata de Majadahonda. En esa navaja no había vestigio alguno de sangre, aunque sí en el bolsillo de la cazadora bomber donde el acusado guardó el arma tras clavarla en el corazón de Fernando Bertolá y en el muslo de su otra víctima, Luis Miguel F.

Al día siguiente del crimen, la Guardia Civil halló una navaja en un seto del parque, pero ninguno de los análisis practicados al arma muestra la existencia de sangre en la hoja. Esta ausencia fue atribuida por el abogado del Ayuntamiento de Majadahonda, Juan Ignacio Oriz, a la experiencia que tenía el acusado en el manejo y limpieza de las armas blancas, ya que, según explicó el letrado, durante una época, El Mechina trabajó en una planta de despiece de carnes.

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La Audiencia condena a El Mechina a 21 años de cárcel por el asesinato de Fernando Bertolá

Fuentes de la investigación, conscientes de la dificultad de eliminar por completo todo vestigio de sangre en un arma de estas características, no descartan la posibilidad de que el acusado llevase aquella noche no una, sino dos navajas, y que la encontrada no sea la que utilizó en el asesinato.

De Lucas había sido detenido en una ocasión por portar dos navajas, lo que entonces le supuso una fuerte multa administrativa. De Lucas era conocido entre sus amigos por llevar casi siempre navajas y por su afición "a meterse en peleas". Al ser detenido por el crimen de Bertolá, la Guardia Civil le intervino una hoja cuadriculada plagada de símbolos nazis. La posibilidad de que en este crimen hubiese existido un móvil racista o ideológico llevó a la ONG SOS-Racismo a intervenir en el juicio como acción popular.

El tribunal rechaza esta posibilidad en la sentencia. Entiende que no hay pruebas sólidas que acrediten que el acusado guió su acción por un móvil racista o ideológico. La citada hoja, afirma el tribunal, pertenecía a un compañero del cuartel en el que el acusado efectuaba la mili, y el hecho de que llevase el pelo rapado obedecía también a su situación de recluta, declara probado el tribunal.

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