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Luchando contra la extinción

Linces, águilas imperiales o pinsapos aparecen con frecuencia en los medios de comunicación. Reúnen ciertas características de espectacularidad y escasez, que las convierte en especies atractivas, capaces de concentrar el interés público y representar, de alguna manera, al resto de la comunidad animal y vegetal que se enfrenta al complicado reto de la supervivencia. Pero la lista de especies amenazadas en Andalucía es algo más extensa y hasta ahora no era sencillo hacerse una idea de conjunto sobre su situación. Este retrato de familia lo han dibujado cerca de 150 especialistas reunidos por la Consejería de Medio Ambiente en Grazalema (Cádiz). De forma resumida, éstas son las condiciones en las que viven algunos de los animales más escasos: Aguila imperial. El 20 % de las 150 parejas existentes en España se localiza en Andalucía, distribuida en tres grandes núcleos situados en Doñana, Sierra Morena occidental y Sierra Morena oriental. Las colisiones con tendidos eléctricos, el uso de cebos envenenados y la escasez de alimento en algunas de las zonas en las que se asienta, son las principales amenazas a las que se enfrenta. Buitre negro. La población española ronda las 1.000 parejas, de las que unas 150 se distribuyen en cuatro núcleos andaluces: Sierra de Andújar (Jaén), Sierra de Hornachuelos (Córdoba), Sierra Norte de Sevilla y Sierra Pelada (Huelva). Hay signos de regresión por el empleo de venenos, electrocución, molestias en las zonas de nidificación o modificaciones en la cubierta vegetal. Camaleón. En Andalucía su área de distribución abarca todas las provincias costeras. La presión urbanística y las muertes causadas por animales domésticos, atropellos o comercio ilegal son las principales amenazas de la especie. Cerceta pardilla. En todo el Mediterráneo occidental viven unos 3.000 ejemplares de este pato, que ha visto descender su población mundial en un 90 % desde finales del siglo XIX. El último censo (1997) identificaba un máximo de 233 individuos en las Marismas del Guadalquivir. Cernícalo primilla. Esta pequeña rapaz nidifica, sobre todo, en núcleos urbanos, aprovechando las cavidades de algunos edificios. En Andalucía se calcula que viven unas 4.000 parejas. Los cambios experimentados en las zonas agrícolas en las que suele cazar, unido a la reducción de los puntos aprovechables para la instalación de sus nidos, ponen en peligro su supervivencia. Focha cornuda. Aunque en 1991 llegaron a contabilizarse medio centenar de ejemplares de este ave acuática en toda la región, tras la fuerte regresión sufrida en los años de sequía, la presencia de este animal es esporádica y puntual. La degradación de las zonas húmedas en las que habita es el principal factor que hipoteca su futuro. Lince ibérico. Esta considerado como el felino más amenazado del mundo, con unos efectivos totales que no llegan al millar de individuos. En tres enclaves andaluces se concentra el 16 % de esta población: Doñana, Sierras Subbéticas y Sierra Morena central y oriental. El grueso de los efectivos se distribuye en una gran zona central que incluye, entre otras áreas, los Montes de Toledo y la Sierra Morena oriental. Las modificaciones o destrucción de sus hábitats, la fragmentación de sus poblaciones, la escasez de alimento o la persecución directa, son algunos de los factores que están causando un grave impacto en la especie. Malvasía. Este pato llegó a colocarse al borde de la extinción a finales de los años 70, cuando sólo se contabilizaron, en toda Europa occidental, una veintena de ejemplares en lagunas del sur de Córdoba. La población española actual ronda el millar de individuos. Su presencia se ha documentado en 72 zonas húmedas andaluzas. Quebrantahuesos. Aunque nidificó en numerosas zonas montañosas de Andalucía, se considera extinguido desde mediados de los años 80, época en la que desaparecieron los últimos ejemplares que habitaban en serranías jiennenses. Un ambicioso plan de reintroducción, basado en la cría en cautividad, se está desarrollando en el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas.

Comentarios y sugerencias a propósito de Crónica en verde pueden remitirse al E-mail: sandoval@arrakis.es

Tesoros ocultos

La flora en peligro de extinción es, en comparación con la fauna, la gran desconocida. Exceptuando especies de gran porte, como el pinsapo, o conocidas por su aprovechamiento tradicional, como la manzanilla de Sierra Nevada, el resto del catálogo es casi una relación de tesoros ocultos cuya identificación suele estar reservada a especialistas. Además de las dos especies citadas, en las jornadas de Grazalema se examinó la situación de algunos otros vegetales como el helecho colchonero, que crece en contados enclaves de algunas serranías gaditanas donde, como media, no suelen encontrarse juntos más de 50 ejemplares. En la misma zona, aparece el rododendro andaluz, igualmente escaso. La siempreviva malagueña es un endemismo del litoral andaluz y sólo se localiza en el tramo que va desde Torremolinos (Málaga) hasta Marina del Este (Granada), con un censo total de ejemplares que no llega a los dos millares. Algunas otras especies, como Sarcocapnos baetica, endémica de algunas sierras granadinas y jiennenses, Jurinea fontqueri, presente en Sierra Mágina (Jaén), o Laserpitium longiradium, relegada a un único enclave de ocho hectáreas de extensión en Monachil (Sierra Nevada), ni siquiera tienen nombre común. Más sencillos de identificar son el tejo y el enebro marítimo. El primero está extendido geográficamente, pero en ningún caso se encuentra formando bosques sino que se conservan pocos ejemplares. La población andaluza de enebros, repartida a lo largo de una franja litoral que se extiende desde El Rompido (Huelva) hasta Tarifa (Cádiz), suma unos 9.000 individuos y se enfrenta a la misma amenaza que el camaleón: la desordenada presión urbanística costera.

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