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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No, ministro

LA CREDIBILIDAD del Gobierno de Blair ha quedado en entredicho con el intento del ministro del Interior, Jack Straw, de censurar la filtración anticipada de un informe -finalmente hecho público ayer- que deja por los suelos la imagen de una de las instituciones inglesas más clásicas: la policía metropolitana de Londres, que, según ese texto, está "impregnada de racismo pernicioso e institucional", además de incompetencia.El informe sobre lo ocurrido tras el asesinato en 1993 -en tiempos del Gobierno conservador- de Stephen Lawrence, un joven de ascendencia jamaicana, a manos de unos matones blancos, ha sido elaborado por un alto magistrado a instancias de los laboristas, ante la sospecha de que la policía había borrado o ignorado pistas que hubieran podido llevar a la condena de los asesinos. El caso ha producido un amplio debate en el Reino Unido sobre una policía fundamentalmente blanca, que incomprensiblemente escapaba a las leyes contra el racismo. Straw se propone ahora cambiar esta situación al abrir el cuerpo a más miembros de las "minorías étnicas", permitir que una persona sea juzgada dos veces por un mismo delito ante nuevas evidencias o condenar a policías por racismo

El controvertido jefe de esta policía metropolitana, sir Paul Condon, no ha querido dimitir. Tampoco Straw, que el sábado logró una orden judicial para impedir que una parte de la edición del semanario The Sunday Telegraph divulgara anticipadamente los contenidos esenciales del informe. En el colmo de los ridículos, el mismo juez revocó su propia orden unas horas después.

Blair llegó al poder prometiendo una Ley de Libertad de Información que reemplazara a una Ley de Secretos Oficiales que hace del Reino Unido uno de los Estados democráticos más opacos del mundo. La bandera de la transparencia ha quedado rápidamente olvidada. Tras la bomba en la localidad norirlandesa de Ormagh el verano pasado, el Gobierno introdujo una legislación antiterrorista que limita aún más la libertad de información en algunos aspectos. Además, son numerosos los periodistas que se quejan de la opacidad y el control informativo del equipo de Blair.

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Sin embargo, este incidente ha demostrado la pervivencia de algunos excelentes rasgos de la democracia británica: el lunes mismo, el ministro Straw comparecía en Westminster para explicar su actuación frente al periódico. Hacer del Parlamento el centro del debate político es algo que prometió Aznar y que no se cumple con sus comparecencias rituales de los miércoles.

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