_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El proceso

JAIME ESQUEMBRE Quedan exactamente 109 días para acudir a las urnas. Dirán ustedes que tres meses y medio es mucho tiempo para que los periódicos empiecen ya a conceder espacio a la habitual murga de propuestas programáticas (eso que llaman promesas electorales concebidas para ser incumplidas), ataques al enemigo, réplicas, contrarréplicas y demás zarandajas. Y llevan razón, aunque lo mejor de unas elecciones es el antes y el después. El antes, por el proceso que se sigue en los partidos para la designación de candidatos; el después, porque las siglas ganadoras, habitualmente, se lamentan de haber errado en la elección, y se las ven y se las desean para repartir el trabajo sin que se noten mucho las carencias. Ahora estamos en el antes, y las pugnas internas por mantenerse en los puestos o acceder a ellos merecerían un último esfuerzo de la Administración saliente para encargar un tratado sociológico al respecto. Por la izquierda, al margen de las sabidas y tediosas guerras de familia (yo tengo 50 votos en la asamblea y si no me colocas a éste en la lista reventaré cualquier propuesta), se observa un fenómeno curioso, por novedoso: las razones personales de los postulantes. Son de tan diversa índole que, si no fuera porque la consecuencia inmediata es un sueldo público que sale de nuestros impuestos, invitan a la risa. Desde el mantenimiento de una actitud lastimera para intentar que al jefe de turno se le ablande el corazón y lo mantenga en el cargo, hasta aquel que deja caer que debe seguir porque la familia va a crecer, utilizando de esta forma el útero de su mujer como razón inequívoca de su vocación de servicio público, la gama de argumentos es tan larga como imaginarse pueda. Deplorable. Por la derecha la cosa es distinta. Allí, como en las instituciones que gobiernan, la designación es a dedo. En el mejor de los casos, el papel de las bases se limita a refrendar, sin posibilidad de enmienda. La justificación es siempre la misma: el amor. Por amor contratan, por amor designan concejales, y por amor diputados. Están tan enamorados, todos, que hasta los que van a morir se saludan. Que algo les caerá, dentro o fuera. Están en racha.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_