_
_
_
_
_
FÚTBOL: 22ª JORNADA DE LIGA

San Mamés asiste a un simulacro futbolístico

El Extremadura, colista y hueco, desautorizó al Athletic, autoproclamado candidato a no se sabe qué en la presente temporada. El público lo sufrió con heroicidad absoluta , no tanto por el resultado, sino por el esfuerzo añadido para adivinar alguna intención futbolistica en los lances del partido. Porque partido había, si por ello se entiende el enfrentamiento entre dos colectivos animosos, cada cual uniformado en correspondencia a sus colores y mas o menos repartido por el campo bajo la atenta mirada de un colegiado. La trascendencia de esa disputa al carácter futbolistíco se quedó en pura averiguación de intenciones. Los más optimistas encontrarán algunas pistas en dos zapatazos de Guerrero o en la agilidad de un lateral humilde, David, para reducir a cenizas los fuegos artificiales de un acreditado futbolista, Joseba Etxeberria. El resto encontrará un continuo maltrato al balón, malquerido por casi todos los protagonistas, y un desprecio total al trabajo de los porteros, condenados a la congelación por pura desidia futbolística. El Athletic buscó a Amador en un par de ocasiones (Guerrero y Etxeberria) y el Extremadura a Imanol Etxeberria en un diparo lejano y esquinado que se convirtió en peligroso por el estado del terreno de juego.

Cuesta creer que en 94 minutos de juego, 22 jugadores (más los suplentes) sean incapaces de convenir un par de acuerdos futbolísticos que se asemejen al guión elemental de este juego.

El Athletic padece un aturdimiento generalizado que le hace buscar las opciones más improbables y prescindir de las más preclaras: el primer balón en el que intervino Julen Guerrero, de espaldas a la portería, fue en el minuto 24. El siguiente casi es gol,d e no mediar Amador. El Athletgic prefiere otras opciones más previsibles. En pleno desconcierto, Luis Fernández añadió más dudas al partido: prescindió de Urzaiz, cuando se presuponía un bombardeo aéreo de un equipo impotente, en favor de un abúlico Ezquerro; introdujo a Carlos García en la posición que más odia por los fracasos que le granjea (extremo derecho). Sólo la apuesta de Javi González le procuró algun bullicio.

El Extremadura miraba la circunstancia desde la altura que proporciona el éxito del minimalismo. Le bastaba el trabajo y un cierto orden para sacar adelante el único resultado por el que había apostado. No hizo más, no intentó más, porque tampoco estaba capacitado para mayores empresas. Lo suyo pertenecía al espíritu industrial de este juego, ese que tranquiliza entrenadores en la misma medida que adormece a los paganos. El público agradeció un desliz de Amador en un disparo de Etxeberria: el balón se coló entre sus piernas y reaccionó con agilidad. Un instante de emoción. Todo un exceso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_