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FÚTBOL: 22ª JORNADA DE LIGA

El sabor amargo de Luis Enrique

El asturiano dice que sólo le faltó el tercer gol para cuajar el partido perfecto ante su ex equipo

Fue como un cohete y su cabeza se convirtió ayer en antesala de gol. No tardó ni cuatro minutos en romper el partido. Marcó el primero a pase de Kluivert y, el segundo, media hora después, tras un centro milimétrico de Guardiola. No tenía Luis Enrique a nadie cerca a un kilómetro a la redonda. No lo dirá nunca, pero sus goles ante el Madrid desprenden inequívocamente un halo de venganza. El asturiano, coreado ayer por el público, fue uno de los motores del Barça. Está embalado y aliado con el gol. "¿El Madrid? No hablo de los rivales. Yo sólo hablo de mi equipo", dijo ayer rescatando su frase preferida cuando se le planteó cualquier interrogante sobre su pasado. Siempre hace lo mismo. "Estoy muy satisfecho, pero me ha quedado un sabor amargo", dijo. "Meter el hat-trick (el árbitro le anuló un gol) hubiera sido perfecto", añadió mientras apuraba una bebida isotónica tras el encuentro."¿Si son dos goles especiales?", se preguntó ayer ante los micrófonos. "Son bonitos porque los disfruto con la afición, pero al final y al cabo solo hemos ganado tres puntos. Cuando Figo, Guardiola o Rivaldo centran, es muy fácil marcar. Sólo hay que poner la cabeza. La pelota entra sola. Y no creo que celebre los goles ante el Madrid de forma especial. Yo disfruto el presente. Unicamente no festejo los goles ante el Sporting, el equipo de mi vida", añadió. No mantuvo el silencio, sin embargo, cuando alguien le sugirió si el Madrid se había equivocado en su día no renovándole el contrato. "Yo he tenido mucha suerte", subrayó. "Me siento como en mi casa, de hecho Barcelona ya lo es (se casó en Barcelona y acaba de tener un niño). Me he sentido muy querido desde el principio".

No fue ayer su olfato ante el gol una excepción. Luis Enrique ha marcado tres goles en seis días: el que le dio a su equipo la victoria en Almendralejo y los dos que metió ayer a Contreras. Suma 7 goles y es el segundo máximo realizador del equipo tras Rivaldo (13). Aún le queda lejos la media de 20 goles por temporada desde que está en el Barça. Quizás porque sus principios de este año no fueron tan felices. Agotado tras el Mundial, Luis Enrique estuvo semanas deambulando sobre el césped. Incluso reprochó a Van Gaal que le situara como lateral y tan lejos del gol. Pasó medio otoño en la enfermería y resucitó con el año. El Barça vivió sus peores días sin él y cerró la racha de cuatro derrotas consecutivas cuando el media punta reapareció en Valladolid (0-1). Desde entonces, el Barça lo ha ganado todo. De eso ya han pasado ocho jornadas y pasado dos meses.

"Ni eramos tan malos antes ni ahora somos el mejor equipo de la Liga", advirtió ayer Luis Enrique. "Se trata de buscar un equilibrio. Ir paso a paso y no caer en una euforia exagerada. Pero estamos en la buena línea para revalidar el título". Estimado en el Camp Nou por su entrega, su remate y por haber casi repudiado su pasado en el Madrid -"No me veo de blanco", llegó a decir en una ocasión- Luis Enrique tiene un peso indiscutible en el equipo desde que fichó por el Barça en 1996 por deseo de Cruyff. Primero Robson y luego Van Gaal lo han mantenido siempre como fijo. Tras flirtear con el Milan, Luis Enrique logró un aumento de sueldo en 1997 y se sintió después con la fuerza suficiente como para pedir otra subida sólo un año después. Van Gaal le estiró de las orejas -"Yo también he ganado la Liga y no he pedido más dinero"- pero el asturiano no tuvo que esperar mucho. El club le mejoró la ficha en diciembre, justo cuando reapareció. El Barça ha encadenado desde entonces 10 victorias (8 de Liga y 2 de Copa).

Un premio innecesario

"Hemos jugado a un ritmo alto e intenso y a raíz de la expulsión ha sido más fácil. A veces hemos ido algo más acelerados pero casi siempre hemos tenido el balón", analizó el asturiano, que ha espantado la sombra de peligro que se cernía sobre él tras la llegada de los De Boer. Parecía que volvería a la defensa en beneficio de Ronald, el centrocampista. Y ha sido al final el gemelo el que suele jugar como lateral, cerca de su hermano. La tarde en el Camp Nou discurrió ayer sin gritos de guerra.Van Gaal sustituyó a cuatro mintos del final a Luis Enrique por Óscar y nadie coreó el nombre del mayor de los García. El asturiano tuvo a sus pies al estadio pero no entendió el gesto del holandés, tan poco dado a ellos, como un premio. "No me ha molestado en absoluto el relevo", dijo. "El partido ya estaba ganado. No necesito un cambio para sentir el apoyo de la afición. Me han querido mucho desde el primer día".

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