El Celta despeja dudas con goles
Los célticos pasaron muchos apuros, pero acabaron goleando al Villarreal
Las dudas sembradas en un enero flojo de fútbol y nefasto de resultados las resolvió el Celta por la vía de la efectividad. Lo hizo en una tarde que no fue la suya y ayudado por las precauciones de Irulegui; al entrenador del Villarreal le dio un ataque de pánico en el descanso y puso el partido como lo quieren los celestes, con el balón para ellos y sin oposición hasta el área. Como casi siempre reservó el Celta lo mejor de su repertorio para la segunda mitad; los sucesivos disparos a la red hicieron olvidar una primera mitad desagradable y restablecieron el prestigio céltico cuando empezaba a ser cuestionado.
No podrá decir el Celta esta vez que se le atragantó la presión, porque el Villarreal salió al estadio de Balaídos en la primera mitad a disfrutar del fútbol, y el cansancio de los de Vigo hizo el resto. Los de Víctor Fernández se dejaron llevar por el partido, que los trasladó a terreno comprometido cuando, a los 25 minutos, el Villarreal sacó petróleo de uno de los abundantes errores en la entrega de Josema. Gerardo corrió la banda hasta la línea de fondo y le dio a su hermano Moisés lo que los clásicos llaman el pase de la muerte. Los goles del ex jugador del Celta llevaron el año pasado a los de Vigo a Europa; ayer, pusieron al equipo de Balaídos contra las cuerdas.
CELTA 4
VILLARREAL 1Celta: Dutruel; Michel Salgado, Cáceres, Djorovic, Josema (Óscar Vales, m. 46); Karpin, Mazinho, Mostovoi (Revivo, m. 75), Makelele (Tomás, m. 44); Sánchez y Penev. Villarreal: Lainez; Arregui (Javi Sánchez, m. 64), Tasevski, Robert, Serer; Gerardo, Albelda (Díaz, m. 86), Moisés, Alberto; Alfaro y Craioveanu (Christiansen, m. 86). Goles: 0-1. M. 26. Gerardo gana la línea de fondo y pasa atrás para que Moisés marque. 1-1. M. 44. Sánchez aprovecha un error de la defensa del Villarreal y anota desde fuera del área. 2-1. M. 80. Michel Salgado aprovecha un pase a profundidad de Mazinho. 3-1. M. 85. Penev transforma un penalti. 4-1. M. 92. Revivo marca a pase de Karpin. Árbitro: Rodríguez Santiago. Amonestó con tarjeta amarilla a Javi Sánchez. Estadio de Balaídos. Unos 25.000 espectadores.
Al agotamiento de los celestes se les sumó el desconcierto de un marcador en contra. Es el Villarreal un equipo que se desenvuelve con comodidad cuando tiene el balón, y ayer no hizo demasiado el Celta por retenerlo.
El problema para Irulegui es que anda sobrado de delanteros, y las circunstancias le obligaron a poblar el centro del campo de jugadores sobrados de pegada pero algo escasos para el toque. Si se les deja ir arriba sin demasiada oposición, los problemas están asegurados.
El Celta, que estaba en la estratosfera dándole vueltas a la eliminación de la Copa o a su futuro en la Liga, bajó a la tierra por sorpresa y casi sin buscarlo. Ocurrió además cuando el partido iba para el descanso y en una de las escasas frivolidades defensivas de un equipo serio. Sánchez se limitó a hacer dos cosas: a pasar por allí y a enchufar el balón en la portería, dos virtudes del goleador clásico. Sin pensarlo, casi instintivamente, pegó la pelota al palo derecho del debutante Láinez y resucitó a su equipo.
Del regreso céltico al partido no sólo se encargó Sánchez. El entrenador del equipo amarillo también contribuyó, al empeñarse en cambiar el guión de un choque prometedor para sus intereses. A saber qué extraño temor cruzó su cabeza para meter a su equipo en el castillo y regalarle el control a los de Vigo. Para entonces, el Celta había adelgazado su defensa, reducida ya a una línea de tres hombres, y como casi siempre dejaba el trabajo duro para la segunda parte.
Al Celta no se le puede permitir que mande como hizo Irulegui, pues aunque tenga la tarde gris, y ayer la tenía, acaba por asestar el golpe. Tardó en hacerlo e incluso tuvo que sacrificar a un intocable como Mostovoi, que abandonó el campo enfadado con el mundo y muy especialmente con Víctor Fernández. Pero el ruso no es la única estrella que brilla en el Celta. Por ejemplo, está Mazinho. Trazó una perpendicular y marcó Michel Salgado. Se inventó otra y provocó un penalti sobre Penev. Quedó tiempo incluso para que Revivo clausurara el marcador al aprovechar un balón envenenado por Karpin. El 4-1 no fue un resultado fiable, porque la tarde fue todo apuros, pero sí tremendamente terapéutico.
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