El Racing cumple el pronóstico y elimina al Athletic

El partido se proponía con demasiadas precauciones anímicas. Los dos entrenadores lo habían vacunado convenientemente para la asunción de un diagnóstico desfavorable, confiando el ejercicio futbolístico, al raciocinio de los protagonistas, a la química que les trasmitiera el juego y sus circunstancias coyunturales. En tales condiciones, prevaleció la técnica individual y por ello se creció el Racing frente a un rival que enumeró demasiados errores. Con lo que inventó y lo que el Athletic le invitó, el Racing construyó el fútbol suficiente para llevarse el gato al agua. El Athletic mantuvó las calma durante los diez minutos iniciales. Luego se autoexpulsó del partido, con demasiados jugadores olvidados (Urzaiz, Javi González) o autoexcluidos (Guerrero, Alkiza). Demasiado partido para dos hombres solos, Urrutia y Ferreira, frente a un colectivo bien organizado que ganaba por igual el balón y la espalda de la defensa.

El Athletic amagó en dos acciones aisladas de Javi González y Julen Guerrero, pero entre ambas, Arzeno había aprovechado, al límite del fuera de juego para inclinar la eliminatoria, con la máxima inteligencia y el mínimo esfuerzo.

El partido se perdió en un forcejeo primero y un correcalles después. El resultado arruinó las cautelas, promoviendo un juego más visceral. En cuanto el partido apretó, ambos equipos se midieron por debajo de las exigencias. Al Racing le despreocupaba el asunto, confiado a la solvencia defensiva y a las correrías de Munitis. En una de ellas el colegiado del encuentro anuló un gol legal de Bestchastnykh. A cambio el Athletic oponía un remate de Ferreira en el único hilván que el Athletic le puso al partido.

El Racing hizo lo justo para ganar: marcar y defender. Un asunto demasiado estadístico en un partido desigual.