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FÚTBOL. OCTAVOS DE FINAL DE LA COPA DEL REY

El Madrid lava su imagen

El equipo de Hiddink volvió a ganar al Villarreal con dos goles de Morientes

El Madrid lavó su imagen ayer en el Madrigal. Ganó el partido con gran comodidad, mostrando las diferencias siderales que separan a ambos equipos, dando muestras de compromiso con un estilo de juego y dejando al Villarreal para el arrastre (le ha vencido por dos goles a cero en los tres partidos consecutivos que han disputado, dos en Copa y uno en Liga). El Madrid se sintió ayer muy a gusto. Karembeu, por ejemplo, disfrutó en la posición de lateral derecho; Seedorf se deleitó enviando exelentes pases a sus delanteros; Sanchis cumplió en el medio centro, donde se convirtió en un referente defensivo; y Morientes aprovechó para seguir haciendo caja. Contreras, además, mostró su consabida agilidad y reivindicó más minutos en Primera.

Villarreal 0 -

Real Madrid 2Villarreal: Palop; Pascual, Tasevski, Téllez, Iordache; Sandro (Alberto, m. 65), Albelda (García Sanjuán, m. 72), Christiansen, Gaitán (Kalajdzij, m. 62); Alfaro y Craioveanu. Real Madrid: Contreras; Rojas, Hierro (Fernando Sanz, m. 62), Iván Campo, Roberto Carlos; Karembeu, Sanchis (Jaime, m. 77), Seedorf, Savio; Mijatovic (Suker, m. 71)y Morientes. Goles: 0-1. M. 14. Pase en profundidad de Seedorf a Morientes y éste eleva suavemente ante la salida de Palop. 0-2. M. 36. Jugada individiual de Mijatovic, que cede a Morientes para que marque nuevamente en un remate con la pierna izquierda. Árbitro: Pérez Lasa. Expulsó a Palop (m. 80) por roja directa por tocar el balón con las manos fuera del área. Amonestó a Christiansen, Gaitán, Albelda, Roberto Carlos, Morientes y Sanchis. El Madrid se clasifica por el resultado global de 4-0. Unos 16.000 espectadores en el Madrigal

La intranquilidad en el Madrid duró un cuarto de hora. El tiempo que el Villarreal impuso el ritmo más alto que podía alcanzar y puso en un par de aprietos a Contreras, que los resolvió con acierto. Entonces, el Madrid, que estaba agazapado, salió de estampida en una gran jugada de contragolpe: Morientes buscó a Seedorf, éste se la devolvió al hueco con maestría y el delantero centro se recreó en un tenue toque con el empeine del pie derecho que superó mansamente la salida desesperada de Palop. Un golazo reservado a los jugadores de clase y a los delanteros en vena. Otra vez Morientes, empeñado en derribar la fama labrada en los últimos meses por Palop.

A partir de ahí, el partido viró por completo. El Madrid jugó con tranquilidad, con mucho sosiego: tocando cuando hacía falta, saliendo a todo trapo cuando convenía, marcando cuando se presentaba. Hierro marcó la raya en su defensa y desde allí lanzaba al equipo, que se halló muy cómodo en los abordajes por velocidad. Sanchis hizo un trabajo sucio en el eje del campo y Seedorf se encargó de lanzar a Roberto Carlos o a Mijatovic. El balón circuló por momentos con gran criterio. Por ahí llegó el segundo tanto. La entrada por el extremo del brasileño, su pase a Mijatovic, el toque hacia Morientes y el remate de éste, que controló con la derecha y disparó con la izqueirda, con limpieza y con naturalidad, como siempre.

El Villarreal se topó de pronto con sus múltiples carencias. Obligado a atacar por el resultado, el equipo de Irulegui descubrió que no sabe hacerlo. Lo hace atropelladamente, acumulando exesivos efectivos en el centro del campo que chocaban una y otra vez con la figura impenetrable de Hierro. El Villarreal jugó sin bandas -abusó mucho de la izquierda pero sin mucha traza y con la oposición de Karembeu, que estuvo bien en esa ubicación-, y no utilizó para nada la derecha.

La segunda parte empezó con una sorpresa: Morientes no marcó en un remate. Acolchó el cuero con el pecho, pero, solo ante Palop, disparó alto. Morientes, en cualquier caso, siguió evidenciando una forma espléndida: tanto dentro del área grande -su hábitat natural-, como fuera de la misma, donde siempre se ofreció como punto de referencia para los centrocampistas.

Después de atravesar los momentos más difíciles desde que llegó al Madrid, Hiddink aprovechó la buena pinta de su equipo para salir del banquillo y decirles mediante gestos a sus jugadores quie así se jugaba, haciendo circular el cuero.

El Villarreal, muy herido en su orgullo quería marcar el gol del honor, aunque no había manera. Más cerca estuvo siempre la goleada del Real Madrid, que se permitió el lujo de errar un penalti (Hierro, muy relajado, echó tan atrás el cuerpo que lanzó el balón a las nubes). En pleno estado de relajación del Madrid, el Villarreal perseveró en su intento de salvar su orgullo, pero no hubo manera: el árbitro le anuló un gol a Christiansen. Las cosas todavían empeoraron para el equipo de Irulegui cuando Palop, en una salida del área despesperada, tocó el balón con la mano y fue expulsado. Puesto que el Villarreal había hecho los tres cambios, el delantero madrileño Manolo Alfaro ocupó la meta amarilla. Aunque permaneció inédito.

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