Falta mucho para marzo
Los grandes interpretan de forma muy diferente una goleada. Para ellos, no es un lance del juego ni un accidente, salvo que se produzca en circunstancias que admitan una explicación sencilla. Son palabras mayores. El Madrid perdió por 4-0 ante el Celta en la última jornada de la Liga 96-97, pero aquel partido era de puro trámite, entre otras cosas porque el título de Liga ya estaba en el bolsillo de Capello. Otro resultado semejante data del año 1993, curiosamente ante el Deportivo: era el Madrid de Floro, cuyo técnico no levantaría cabeza desde ese momento hasta caer meses después. Ahora le tocará sufrir a Hiddink.La goleada evidencia una trayectoria negativa del equipo en sus partidos fuera de casa (no gana desde el 31 de octubre y ha sumado dos puntos en seis salidas), pero evidencia muchas más cosas, que son las que explican verdaderamente el problema: falta de motivación, anarquía táctica, debilidad defensiva y, últimamente, problemas en la ejecución ofensiva. El asunto fundamental es el primero: la falta de motivación genera falta de concentración (el equipo apenas presiona en sus dos primeras líneas) y un comportamiento acomodaticio (véanse las facilidades defensivas ante el Depor). Muchos jugadores del Madrid se aburren en esta Liga, sólo se motivan en las grandes citas. El Madrid juega a impulsos del calendario: marzo (o sea, la Copa de Europa) queda aún lejos.
El equipo llevaba demasiado tiempo improvisando soluciones de urgencia, desde la de los tres centrales, hasta la de ayer, que fue puro populismo: propiciar la candidatura de Morientes a la vista de su relación con el gol en los dos últimos partidos. Demasiado burdo. Una maniobra de distracción.
Es cierto que las lesiones dejaron al equipo desprovisto de un medio centro, ante la ausencia de Redondo y Guti. El centro del campo quedó en manos de Seedorf, Karembeu y Raúl. La realidad, sin embargo, fue que el Madrid se movió con cuatro delanteros y cuatro defensas. La improvisación fue absoluta, tan es así que tanto Seedorf como Karembeu se movieron en su espacio natural y terminaron por escorar a todo el equipo hacia la derecha durante buena parte del primer tiempo. Aquel Madrid de la banda izquierda ha desaparecido por completo. La entrada de Savio en la reanudación no fue más que otro parche.
Hiddink no ha sabido establecer un orden: se limita a maquillar el problema. Es la característica de este equipo singular, que se mueve según el biorritmo de ciertos jugadores. Marzo queda todavía muy lejos.
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