El COI empieza a cortar cabezas
El escándalo de los sobornos a dirigentes olímpicos empieza a tener consecuencias históricas. Porque ayer se puso en marcha ya, por vez primera con tanto alcance en la vida del deporte olímpico, el mecanismo de cortar cabezas. El comité ejecutivo de Comité Olímpico Internacional (COI), formado por 11 dirigentes y presidido por el español Juan Antonio Samaranch, acordó por la tarde en Lausana (Suiza) proponer a la Asamblea del olimpismo (de 113 integrantes ahora mismo, tras dos defunciones recientes) que apruebe la expulsión de seis de sus miembros por presunta corrupción. En tanto ese organismo no se reúna (lo hará el 17 y el 18 de marzo), los seis sospechosos quedan suspendidos en sus cargos. Un séptimo dirigente se libró de la suspensión oficial porque dimitió horas antes.Se trata de cinco representantes africanos y dos suramericanos: el chileno Sergio Santander, el ecuatoriano Agustín Arroyo, el malinés Lamine Keita, el keniano Charles Nderitu Mukora, el suazilandés David Sijulumi Sibandze (que es el dimisionario), el congoleño Jean-Claude Ganga y el sudanés Zein El Abdin Abdel Gadir. A estos hay que añadir a la finlandesa Pirjo Häggman y al libio Mohamed Attarabulsi, que ya dimitieron la semana pasada. Otro miembro más fue amonestado y a tres más se les seguirá investigando.
El comité ejecutivo del COI se basó para su decisión en el informe que le había entregado un día antes la comisión oficial investigadora creada tras conocerse las primeras denuncias. En síntesis, todas ellas coinciden en que al menos 10 miembros de la Asamblea del COI (el órgano que decide las sedes olímpicas) aceptaron regalos o becas procedentes del comité organizador de los Juegos de Invierno de Salt Lake City (EE UU) 2002, ya fueran destinados a ellos personalmente o a sus familiares. A raíz de esas sospechas se levantaron otras a continuación, relacionadas ya con otras decisiones del COI. Los investigadores continuarán su trabajo con tales revelaciones (muchas aún sin confirmación). Ayer, por ejemplo, Fernando Ferreira Lima, miembro portugués del COI, declaró al diario luso Record que los promotores de Barcelona 92 le enviaban todos los meses cajas de vino.
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