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Otro valenciano que trepa J. J. PÉREZ BENLLOCH

El joven Francisco Camps, ex consejero de Cultura y ya nuevo secretario de Estado para las Administraciones Territoriales, nació ungido para el estrellato o la trepa política. Todos sus deudos, amigos y fans estamos convencidos de ello. Por eso nos congratula, pero no nos sorprende, que se vaya cumpliendo inexorablemente su destino, que en modo alguno debe confundirse en este caso con un golpe de fortuna, sino con el fruto tenazmente abonado por la ambición y la necesidad. Nuestro hombre siempre ha sabido lo que quería, y nada quería tanto como establecer una cabeza de puente en Madrid. Voilà. En realidad, tanto o más que aposentarse en la Corte -que ese trámite acabaría consumándose uno u otro día, pues así está consignado en el curriculo de todo auténtico ganador periférico-, lo que Camps estaba deseando era que se le liberase del potro de tortura al que estaba uncido, la Consejería de Cultura, donde, de puro extraño, siempre se ha sentido como una cabra en un garaje. Con el agravante de que, listo como es, percibía el desgaste que le infligían los conflictos crónicos con el universo docente e intelectual, más bien levantisco y al que nunca entendió. La verdad es que a él no se le había perdido nada en ese lamedal de peticionarios casi ingobernables e ingratamente desdeñosos con el discurso topificado y elusivo del consejero. Madrid, pues, ha sido un regalo de los dioses, aunque este glorioso exilio comporte renunciar al estreno solemne y con todo de la ópera Luna, su caprichosa y onerosa iniciativa lírica. En justa compensación, la capital del Reino le propicia un salpicón inmenso de posibilidades y satisfacciones. Por lo pronto, se inscribe en el afamado poder valenciano allí residenciado y hasta es probable que la inefable Pilar Ferrer le dedique alguno de sus esperpénticos comentarios sabatinos en TVV. En fin, que con tan sólo 36 años ya está tocando el cielo ministrable y con méritos bastantes para aspirar a las más altas cumbres. Que no se despeñe, el figura. Aquí le sucede Manuel Tarancón, un peso pesado de los populares y cuya vocación por las cosas de la cultura a punto está de desdibujar la función -de todo punto subalterna- de la Diputación de Valencia, que presidía. Lo suyo, lo de Tarancón, obviamente, no eran las carreteras provinciales, fuentes públicas y abrevaderos. Ilustrado y sensible, la inercia lo abocaba a la letra impresa, la plástica, los productos del pensamiento, que le interesan tanto como sus descubiertas por Nicaragua. Como a mayor abundamiento tiene cachaza, capacidad de trabajo y más lapas que un galápago, acabará entendiéndose con el aguerrido profesorado, los insaciables artistas, cómicos y otros damnificados de este género y departamento. Será el cuarto de la serie que ha regido esa consejería en esta legislatura, pero bien puede cubrir también la próxima. Aptitudes no le faltan y uno de estos días quizá sepamos las claves del traslado. Jarabe televisivo del mismo paloLa oposición -PSPV y EU-Els Verds, con el acompañamiento puntual de UV- ha estado haciendo encaje de bolillos para solucionar la denunciada parcialidad informativa de RTVV. Con las elecciones a la vuelta de la esquina les parece muy lesiva la política noticiosa de dicho ente, tal como se desprende de los dictámenes del comité de redacción. A este propósito se ha señalado que de 2.711 informaciones emitidas, únicamente cinco de ellas han sido más o menos críticas para con el Gobierno autonómico. O sea que pocos pitos y muchos, muchísimos, aplausos. Los referidos damnificados han sugerido unas cuantas fórmulas orientadas a impedir o atenuar este aprovechamiento intensivo de la TVV por parte del partido gobernante. Se ha insinuado cambiar la ley vigente, pero el remedio parece peor que la enfermedad; crear una subcomisión de las Cortes para hacer el seguimiento o control del medio, e incluso un órgano específico que vigilase la pluralidad informativa. El parto es inminente y ya se nos dirá cómo han cuadrado el círculo, pues será prodigioso hallarle remedio en 24 horas a lo que es expresión de un profundo déficit democrático que los socialistas no se preocuparon en enmendar. Si ahora se quejan, y no diré que sin motivo, pueden consolarse sabiendo que se les administra jarabe de su mismo palo. No es previsible que se llegue a un acuerdo, ni siquiera parcial y provisorio, pues el problema exige un debate más serio y menos electoral sobre la función y futuro de los medios informativos de titularidad pública. Pero bueno es que se saque a colación y se nos permita conocer cuánto hay de oportunismo o de seriedad en las recetas que proponen los partidos políticos, que por cierto bien podrían instar el criterio corporativo de los profesionales de este oficio, si es que a su juicio pintan o han de pintar algo. Desahogos con la vista puesta en las urnas Metidos de hoz y coz en la lucha por el voto habremos de avezarnos a la munición dialéctica que se dispara. Desde las filas socialistas y de su aliado NE se acusa a la alcaldesa, Rita Barberá, de amparar negocios oscuros y poco menos que de adjudicar a su aire y a sus amigos el suelo público de la ciudad. Podría ser, pero así dicho se disuelve como el humo de una mascletà. Por su parte, Alfonso Grau, el número dos del grupo municipal popular, se descuelga acusando de "inepta y rastrera" a la candidata socialista, Ana Noguera. Caray con el doctor, qué manera de entrar al trapo. Si éstos son los preludios, ¿qué temperatura retórica se alcanzará en junio con tal de afanarse un escaño? Todo, menos mentar a las madres, señores y señoras, que es un decir.

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