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La asfixia del ciclocross

El ciclismo en carretera y su pujanza mediática explican los aprietos del ciclocross. O, lo que es parecido, las estrecheces del ciclocross señalan la salud del ciclismo. Lo contrario entrañaría una preocupación real, coinciden en señalar seleccionadores y responsables federativos. Suspirar por el equilibrio se presenta como un deseo improbable: el ciclocross seguirá pegado al barro mientras la carretera aglutine las expectativas de futuro de los ciclistas. Así de simple, así de crudo. ¿Existe algún joven talento capaz de sacrificar su tiempo en una disciplina que no promete otra cosa que penurias y anonimato? No en la década de la mercadotecnia y de la rentabilidad. El ciclocross languidece por arriba, pero su base no conoce más dramas que las escasas perspectivas de futuro. El holandés Kees, hoy seleccionador de ciclocross de su país, dejó el País Vasco entre admirado y resignado. De su trabajo con los más jóvenes concluyó que, potencialmente, Euskadi podría formar auténticas figuras de la disciplina. El conocimiento de la estructura local de esta especialidad le enseñó que, salvo sorpresas, ninguna crecería en el País Vasco. La última, Jokin Mujika (plata en un Mundial juvenil) cambió, como todos, las campas por el asfalto y aún tuvo tiempo de colgar la bicicleta, retomarla y dominar varias temporadas la especialidad. Todos los juveniles prometedores sucumben ante los atractivos de la carretera y esa fuga es incontrolable. Este año sólo se han inscrito 45 ciclistas de las categorías Élite y Sub-23 para afrontar el calendario vasco. La cifra contrasta con los más de 400 ciclistas Sub-23 federados en esta comunidad, muchos de ellos encuadrados en formaciones potentes, que les surten de material y les tienden sueldos. Aquí, todos creen ver un futuro acorde a su talento. No así en el ciclocross. La mayoría se gira hacia esta especialidad rebotada de la carretera. El vizcaíno David Seco, subcampéon de España, se incluye a sí mismo en esta generalidad. Se dedica exclusivamente al ciclocross y tiene la suerte de no tener que poner un duro para correr. Claro que tampoco ingresa uno. Asume su papel de comparsa en el concierto internacional y quiere pulir sus credenciales en el extranjero. Todavía no ha conseguido el apoyo económico (o un contrato foráneo) para viajar. Y se aburre: "No tiene muchos alicientes ganar aquí carreras (5 este año) cuando sabes que el nivel es muy bajo". Seco arrancó la temporada a lo grande (victorias, ilusión) y la está acabando con las sobras de ese impulso inicial, frustrado cuando fracasaron las gestiones para correr regularmente en el extranjero. Sin esa posibilidad sabe que sus prestaciones son irreales. Falta de figuras El ciclocross, marginado por los medios de comunicación y la televisión, especialmente, ha logrado alcanzar un espacio estable de supervivencia vigilado por los múltiples clubes y sociedades ciclistas diseminados en Euskadi. Según el presidente de la Federación Vasca de Ciclismo, Javier Madariaga, "mientras estos colaboradores desinteresados sigan trabajando, el ciclocross existirá". A partir de ahí, cualquier atisbo de mejora se antoja crudo. Desde lo estrictamente deportivo, la falta de figuras de primer nivel es flagrante y provoca a partes iguales la apatía de público y organizadores. Además, estos últimos empiezan a girarse hacia la carretera: organizar un final de etapa de la Vuelta al País Vasco es más económico, rentable y asegura la afluencia de público y patrocinadores. Difícilmente pueden crecer figuras sin ceñirse a una planificación esmerada, algo inexistente por estos barrios. En Francia, por ejemplo, se preparan los Mundiales juveniles desde agosto (se disputan a finales de enero). Aquí, en octubre, la mayoría de los candidatos duda todavía entre competir en las campas o preparar la temporada de carretera en el gimnasio, hecho que disuade cualquier intento racionalizador. "Es una pena", dice al respecto el seleccionador de Euskadi, José María Mazorriaga. "Es una reliquia dentro del ciclismo", apunta Madariaga en tono desdramatizador. Resulta injusto hablar de crisis cuando esta especialidad no ha alterado su ritmo vital: nunca ha cautivado a las masas, jamás ha alumbrado campeones deslumbrantes. El ciclocross existe y habrá que empezar a contemplar este hecho como una buena noticia en sí misma. Conformarse con ella no es obligatorio.

Desunión federativa

La descoordinación existente entre los despachos de las diferentes federaciones (locales, regionales, central) nunca había lastrado tanto la especialidad. Después de elaborar su precalendario de competiciones, la federación vasca tuvo que rehacerlo al comprobar que muchas de las fechas de sus citas coincidían con carreras programadas por la Federación española fuera del País Vasco. Este hecho motivó la suspensión de todas las pruebas guipuzcoanas (salvo dos): su Federación, que subvencionaba la mayoría de las pruebas, decidió que resultaba absurdo invertir su dinero para no contar con los mejores, atraídos por la cuantía de los premios servidos por la española. Javier Madariaga, presidente de la Federación vasca, deplora la fuga de sus corredores, tanto los seleccionados como los que se "exilian" en busca de un mayor rendimiento económico. Para la temporada que viene, Madariaga anuncia la posibilidad de prohibir "que los vascos corran fuera. Tenemos ese derecho y como vemos que el diálogo (con la española) no funciona, vamos a tener que hacerlo por la tremenda".

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