El Barça golea con media faena

Los blaugrana aprovecharon su primorosa primera parte para dominar a un Betis de mérito

En media parte, con media faena, el Barça goleó en Sevilla. El Betis le echó coraje y juego, pero todo, hasta el grandísimo partido de Denilson, se les puso en contra. El partido leyó muy bien a los dos equipos. La primera mitad mostró al Barça que puede ser y que de vez en cuando se asoma. En la segunda, el Betis enseñó con descaro sus atributos, no por menos sofisticados menores y que merecieron algo mejor que tres puñaladas en el alma.

Cuando el balón es de uno, lo mejor que le puede pasar es empezar marcando. El gol de Figo le permitió a los barcelonistas disfrutar del experimento de su entrenador, que usó a un gran jugador que no levanta un palmo del suelo en el eje de la defensa. Van Gaal, con Xavi en la zaga, disponía de un buen faro de toque y juego en todas las líneas. Xavi atrás, Guardiola en el centro y Kluivert en la parte dañina. El balón cuando pasa por el eje central de cualquiera de sus líneas siempre encuentra un triángulo perfecto (contribuye que en este equipo la tocan todos), entonces sale despedido a las bandas de donde sólo vuelve para hacer daño. Dos pases desde la cal, dos tiros a puerta, dos goles en la primera parte. Sencillo como un primoroso ladrillo.

El Betis jugó valiente y corajudo. A pesar de recibir un gol tan pronto y ver cómo el balón les pasaba por delante de las narices rápido y preciso en los pies de los contrarios, los verdiblancos no se amilanaron, y en los diez primeros minutos Alfonso estuvo a punto de marcar en dos ocasiones. Una vez le paró Xavi con temple inopinado y la otra un manotazo de Hesp a tiro de falta de Ayala se lo quitó Abelardo de la bota de gol. En el minuto 19, Prats le envió un pase desde su área que estuvo a punto de controlar, sólo ante Hesp.

Esta jugada, sin embargo, desnuda las carencias béticas en la primera parte. Merino en el centro del campo estaba contratado por Clemente para obstruir, no para crear. Los balones en ataque tenían demasiada prisa por llegar arriba. La calidad del ataque de Finidi, Denilson y Alfonso tenía, por lo tanto, que mediar con más melón que balón. Mientras tanto, los catalanes recordándose a sí mismos tocaban la pelota hasta una docena de veces consecutivas El segundo gol del Barça, demostró lo bien que se lo estaban pasando jugando al futbol. Filigrana. En la segunda parte, Clemente apostó sin mirar atrás por el ataque. Van Gaal, se encargó de desmontar algo que funcionaba muy bien y la fluidez se convirtió en un grumo y el fútbol se quedó con los de casa. Con adrenalina (y un Denilson, maduro, centrado, con muy mala intención y el beneplácito de Okunowo), los béticos le saltaron un punto al tejido blaugrana que acabó deshilachado. Tiros de Finidi y de Denilson al palo (que ayer tapó algunas bocas ponzoñosas y se mereció más que nunca marcar) estuvieron a punto de convertirse en gol. Los barcelonistas se aferraron a su calidad y marcaron un tercer gol. Así es la ley del mercado.

Con el partido roto, Denilson siguió brillando y el Barça con el agua al cuello. Entonces, sucedió algo mediocre que este Barça ha convertido en virtud: cuanto peor, mejor. Raro para alguien que puede jugar tan bien.