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EL PROCESO DE PAZ

El presidente recuerda a la Ertzaintza su deber de garantizar la seguridad

La misma carta con idénticas señas. El presidente del Gobierno, José María Aznar, volvió a enviar ayer -por tercera vez en menos de un mes- una advertencia a Herri Batasuna: "No existe ningún grado de violencia, absolutamente ninguno, que sea admisible". O lo que es lo mismo, utilizando la letra de los mensajes anteriores: "El diálogo político es incompatible con la violencia".La advertencia de ayer se produjo durante la celebración en Madrid del 175º aniversario de la fundación del Cuerpo Nacional de Policía. Y en ese contexto, Aznar aprovechó para lanzar de forma implícita un mensaje de atención a la Ertaintza (la policía autónoma vasca): "Es deber de todas las fuerzas de seguridad garantizar a los ciudadanos su derecho a la vida y también su derecho a vivir en paz y libertad".

El presidente del Gobierno insistió en su discurso ante la cúpula policial: "El que todos los ciudadanos vean protegidos sus derechos y libertades no se refiere sólo al derecho a la vida, sino a cualquier forma de coacción que impida ser libre a cualquier español en cualquier parte de nuestro país".

Ni Aznar ni su responsable de Interior, Jaime Mayor Oreja, explicaron ayer hasta cuándo van a durar las advertencias, ni por qué se sustituirán cuando se agoten. Lo que sí dijo el ministro, de forma rotunda, es que "el Gobierno no va a modificar la política penitenciaria en tanto en cuanto no avance el proceso de pacificación de verdad". Mayor insistió en que el proceso hacia la paz no sera creíble mientras se sigan produciendo atentados por parte del entorno de Herri Batasuna, "sean de la intensidad que sean".

Un mensaje, el de ayer, que Aznar calcó de su discurso del 18 de diciembre pasado -du-rante su tercera declaración oficial tras la tregua- y de sus palabras de hace sólo unos días, el 6 de enero, durante la celebración en el Palacio Real de la Pascua Militar. Con el mismo argumento y casi idénticas palabras, el presidente del Gobierno dijo en diciembre que "no existen niveles tolerables de violencia; ningún ciudadano tiene la obligación de soportarla por el hecho de pertenecer a partidos democráticos".

En la Pascua Militar, José María Aznar pareció ponerse más serio: "Lo digo por segunda vez: no es compatible lo que ocurrió ayer en Bilbao [el ataque con cócteles mólotov a una casa cuartel de la Guardia Civil y la quema de una cafetería propiedad de un militante del PP] con la decisión de participar en las instituciones".

Sin embargo, ayer, sólo unas horas después de que un guardia civil se convirtiera en el primer herido en atentado tras la tregua, el presidente no quiso apretar la tuerca de su advertencia. Ni una referencia al PNV, ni a las polémicas declaraciones de Xabier Arzalluz, ni siquiera a la amenaza explícita de Arnaldo Otegi durante la manifestación del sábado en Bilbao. Si no se acercan los presos, llegó a decir el líder de Euskal Herritarrok, la presión aumentará y la situación irá a peor.

Aznar midió sus palabras desde el atril y luego evitó encontrarse de frente con los periodistas durante las más de dos horas que pasó en el complejo policial de Canillas. El presidente dedicó la mayor parte de su discurso a respaldar sin rodeos el proyecto Policía 2000, y animó al director general del Cuerpo, Juan Cotino, a combinar "la prudencia con la audacia" durante el proceso de implantación. También recordó a los policías asesinados por ETA.

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