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Entrevista:MIGUEL ÁNGEL G.GALLEGOALPINISTA Y BUCEADOR

"Los montañeros son potenciales hombres de mar"

Para escalar en invierno la cara oeste del Naranjo de Bulnes, el gran reto de la época (1973), Miguel Ángel G. Gallego solicitó 1.700 pesetas a su club de montaña, el precio de un billete entre Murcia y Asturias. Se las negaron porque no creían en las posibilidades de quien más tarde se convertiría en uno de los más destacados alpinistas y aventureros españoles. Invitado por la BBK, Gallego recordó recientemente en Bilbao los orígenes de su pasión. Con 13 años, su tío le mostró una pared virgen, objeto de deseo de muchos especialistas. Esa misma tarde, le enseñó una revista en la que unos norteamericanos trataban de escalar El Capitán (EEUU). En esas horas decidió no renunciar nunca a la aventura de los sueños. Ahora alterna el uso de las cuerdas con el de las aletas, porque su otra especialidad son los tiburones. Pregunta. Su vida es una expedición, ¿hacia dónde? Respuesta. Esto es lo que siempre he querido hacer, de hecho es lo único que he hecho en mi vida desde hace 30 años. Lo que para otros es el trabajo de oficina para mí son los trámites necesarios para ponerme en marcha. Ése es mi camino, descubrir mundo sabiendo que aunque viaje toda la vida dejaré de ver muchas cosas. P. Con siete o nueve meses de expedición al año ¿cuáles son sus raíces? R. La tierra es la raíz común a todas las personas, la naturaleza, a la vez desconocida y fantástica. Mi padre, médico, quiso encauzar mi vida siguiendo el ejemplo de la suya, pero mi tío me rescató y me asomó a un universo que para mí no tiene límites. En cuanto a mi familia, las raíces que la mayoría entiende, tengo la suerte de tener una mujer que comparte mis pasiones. P. ¿De qué vive? R. Para realizar mis expediciones busco financiación (Caja de Murcia, principalmente). Para vivir, asesoro técnicamente a los fabricantes de material de montaña, doy conferencias, ayudo a alguna editorial o hago documentales para televisión. Yo busco dinero para poder realizar mis proyectos, no a la inversa. P. ¿Qué hay de mito, y realidad, en torno a los tiburones? R. Llevo 20 años buceando con las especies más peligrosas y me fascinan. Son auténticos supervivientes con 350 millones de años de antigüedad, sin evolucionar desde hace 100 millones de años: ahí sí que están a la altura del mito. Son seres de una belleza excepcional, que más que nadar parece que vuelan. Además, son de gran ayuda para la comunidad científica. Las fórmulas más avanzadas de lucha contra el cáncer salen de los cartílagos de los tiburones, que no conocen la degeneración celular. Se cree que su estructura encierra las claves de la lucha contra el cáncer. P. Escalador y buceador, ¿una contradicción? R. No lo es porque ante todo soy un amante de la naturaleza. Ambos medios se complementan. Los montañeros son potenciales hombres de mar. De hecho he llevado a bucear a grandísimos alpinistas y se han mostrado electrificados por la experiencia. P. ¿Qué le empujó al agua? R. De crío me pasaba ocho o diez horas al día en el agua, con unas gafas y un tubo. Una lesión en la mano me recondujo al mar para reencontrarme con un pasado que recordaba con mucho cariño. P. ¿Qué significó trabajar con Jacques Cousteau? R. Fue una experiencia extraordinaria. Estuve en el Calypso en aguas del pacífico central, también en el mediterráneo. Me impresionó cuando me dijo que lo único que jamás le daría la vida sería la vejez. P. Pionero en escalada, himalayista y buceador, ¿si no lo hace antes que el resto no tiene valor? R. Es que cuando tienes mucha ilusión por las cosas acabas llegando antes que nadie. Luego hace falta suerte para pisar terreno virgen. Lo mío es más una consecuencia que una obsesión. Por eso ahora exploro Groenlandia y la Antártida. P. Hable de su biblioteca especializada en montaña. R. Se supone que es una de las colecciones privadas más importantes del mundo y mantengo intercambios con los que comparten esta pasión. Ahora está repartida en cinco casas, pero tengo un plan para cederla a Caja Murcia y que ellos le den un uso público, que creo que es lo suyo. P. Dice que todavía persigue sus sueños de niño, ¿realmente soñaba tan alto? R. Sí. Por soñar que no quede, que era barato e interesante. No puedo decir que soñé durante años para luego rebajar mi nivel de exigencias. He hecho lo que he querido y nunca he dudado de que haría lo que leía en libros o revistas. Tenía muy claro que no iba a hacer otra cosa que dedicarme a la naturaleza. P. ¿Es posible ser un aventurero sin patrocinio constante? R. Hay muchas fórmulas. Lo que ocurre es que cuando alcanzas una producción sistemática se necesita un apoyo importante. Pero creo que surge de forma natural, lo uno te lleva a lo otro.

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