González acusa a los dirigentes del PSOE de caer en la resignación y no tener "ganas de ganar"
El ex secretario general del PSOE Felipe González echó ayer un rapapolvo a los dirigentes de su partido al percibir en ellos una actitud poco proclive a la victoria electoral. "No veo ganas de ganar, sino resignación", dijo González en tono contundente mientras que alababa, por contraste, la disposición de militantes y electores. "A éstos no hay que levantarles la moral, éstos sí que quieren ganar". Además de referirse a su partido, el ex líder del PSOE se dirigió en tono muy crítico al Gobierno de José María Aznar, al que acusó de "institucionalizar la corrupción a través de las privatizaciones".
Militantes y cuadros de la Federación Socialista Madrileña (FSM) escucharon durante dos horas una disertación de Felipe González sobre la globalización de la economía y "el desorden internacional", así como numerosas incursiones en la vida nacional. Fue anoche en Alcorcón, donde las 200 personas que asistían a este seminario sobre empleo, organizado por el secretario general madrileño, Jaime Lissavetzky, dieron un respingo al escuchar de González la acusación directa y sin matices de que los dirigentes del PSOE no quieren ganar las elecciones."Cuando se está en la resignación no se pueden ganar las elecciones; la primera condición para nuestro partido es tener ganas de ganar, y no veo ganas de ganar, sino resignación". En la sala se hizo un silencio absoluto y Lissavetzky le miró fijamente con gesto de sorpresa.
"No hay que levantar la moral de los militantes y de los electores; ellos la tienen bien alta. Son los cuadros del partido los que lo necesitan, ya ocurrió en las elecciones del 93 y del 96, que no querían ganar. Y si tenemos ganas, ganamos", dijo González soltando a continuación un taco sonoro aprovechando que en este acto no se permitían grabaciones para los medios de comunicación. El ex secretario general del PSOE acabó este capítulo sintetizando en dos puntos la tarea fundamental de los dirigentes de su partido: "Hay que salir de la resignación y pensar en los demás, tener ideas para arreglar la vida de los seres humanos, y no pensar en nosotros mismos".
Es la primera vez que Felipe González opina críticamente de la labor de su partido desde que dejó la dirección en junio de 1997. Tampoco en las últimas semanas quiso opinar sobre la llamada crisis de la bicefalia protagonizada por el secretario general, Joaquín Almunia, y el candidato a la Presidencia del Gobierno, José Borrell. Se limitó a hacer votos, en una reunión del Comité Federal, por que el asunto se arreglara, como así ocurrió, y que dejaran ya de hablar del reparto de papeles. Entonces no dejó duda alguna, sin embargo, de que el asunto le irritaba, y utilizando la ironía afirmó que si su partido se veía abocado a celebrar un congreso extraordinario porque Almunia y Borrell no se ponían de acuerdo, él procuraría estar lejos de donde ocurriera. Citó Nueva Zelanda. "Si se tratara de hacer un congreso para hacer un debate de ideas, entonces me apasionaría; pero en este caso no", dijo hace casi ya cuatro semanas en vísperas de la resolución del conflicto.
El aldabonazo de ayer, que impactó al auditorio del socialismo madrileño, se produjo después de hacer un retrato del mundo actual, durante casi dos horas, en el que introdujo fuertes críticas al Gobierno del PP y aprovechaba cualquier resquicio para mencionar al candidato de su partido a la Presidencia del Gobierno. "Como dice Pepe Borrell (...)".
La corrupción del Gobierno
Y prosiguió: "A nosotros nos han acusado de casos de corrupción, y es verdad que los hubo, pero nunca se nos ocurrió institucionalizarla con las privatizaciones; no se privatiza para las personas individuales, de una empresa, es decir, en favor del 99% de los accionistas, sino para los próximos al poder". "Los accionistas", advirtió, "parece que no tienen nada que decir, y con los próximos manejos financieros que se irán conociendo se apreciará que todo es en beneficio de los privatizadores".La política exterior de Aznar fue también objeto de crítica. González puso como ejemplo la actitud del Gobierno en el ataque de EEUU a Irak, carente de personalidad al plegarse sin más y sin pedir información. "La política exterior de España", dijo, "se define por ser arrogante con los débiles y un guante con los poderosos".
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