Negocios
JUANJO GARCÍA DEL MORAL Una bíblica sentencia conmina a los humanos a ganarse el pan con el sudor de su frente. Y, excepto algunos privilegiados que no necesitan mover ni un dedo para asegurarse su subsistencia, los demás estamos sometidos a la citada máxima, que conlleva la obligación de ganar dinero. Existen diversas maneras de conseguirlo. El trabajo es la más usual; después están los negocios. A medio camino entre ambos medios legítimos y los que claramente no lo son, figuran algunos sistemas de apariencia legal: chanchullos, pelotazos, comisiones y subvenciones, entre otros. En este último grupo se pueden encuadrar desde ciertos fichajes del mundo del fútbol hasta determinadas ayudas públicas, pasando por casos como el de aquel técnico municipal de Valencia que, con unas rayas de más en un plano, generó una suculenta plusvalía. El urbanismo y todo lo que le rodea es campo abonado para ganar dinero. Lo acabamos de ver con lo de los ecoparques que promueve el Ayuntamiento de Valencia. Una empresa compra unos terrenos que poco después resultan ser idóneos para ese proyecto municipal. Y además, únicos. El Ayuntamiento asegura que ha buscado con denuedo tierras adecuadas para llevar adelante sus planes. No las ha encontrado y, cuando esa empresa le ofrece los suyos, va y se los compra, pero por el doble de lo que los terrenos le costaron a la parte vendedora. La compra masiva de ejemplares de una revista por la televisión valenciana es otro caso reciente. Nada menos que 19.000 revistas compró Canal9, que no ha explicado qué destino ha dado a tanto papel. En los dos casos pagamos todos, pero se benefician unos pocos. Negocios fáciles y seguros. Como la propuesta que hace años me hizo un buen amigo que aspiraba a convertir en realidad el sueño de retirarse en un apacible pueblo de la costa sin más preocupación que la de vivir, eso sí, sin grandes aspiraciones. "Muy fácil", me dijo sin tener en cuenta que ambos estábamos pelados, "tú haces cada día un periódico y yo todos los días te compro todos los ejemplares". La idea parecía buena, aunque a la vista está que no tanto como los casos citados. Pero es que fallaron las ayudas.
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