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Entrevista:

"No puedo mantener ninguna fidelidad: ni conmigo mismo"

Miquel Alberola

Uiso Alemany Artista plástico

Pregunta. Ha vivido en Alemania, Estados Unidos, Marruecos, Cuba, Francia, Portugal, Grecia... ¿Está buscando algo que no encuentra? Respuesta. Uno tiene que estar siempre alimentándose de sensaciones que le aporten algo y le muevan el interés por las cosas. Lo que ocurre es que lo realmente nuevo tienes que hallarlo dentro de ti. Es muy interesante ver caras, lenguajes, miradas que no conoces, modos de hacer. Nada es importante si tú no asumes tu criterio para sacar de dentro de ti lo realmente nuevo. Los creadores somos esponjas que recibimos las sensaciones, y cuanto más diferenciadas de tu hábitat, más te desestabilizan, que es de lo que se trata. Cuando entras a pintar una pieza tienes que hacerlo desde la nada a la aventura, con mucha adrenalina, con mucha desestabilización. El proceso creativo es lo que vale la pena. P. ¿Es más importante que la propia obra? R. La plástica es una enfermedad y vale la pena morir de eso. La acción-reacción, la impronta irreflexiva-reflexiva de la creación es una lucha que me apasiona. Hay un tipo que se tira al vacío con mucho peligro, porque se la está jugando. Es importantísimo tener criterio, pero lo que vas a hacer es imprevisible. Nunca trabajo sobre un boceto. El boceto es la obra. No hay nada que se pueda comparar a la impronta irreflexiva del boceto. Cuando un boceto se traslada a obra se malogra. El boceto tiene la irreflexión y la falta de compromiso que le confiere frescura y valor. El creador actúa sin miedo: ahí está la pintura. P. ¿No se encuadra en ningún círculo? R. No me han interesado las corrientes, pero no se me han escapado. Hay que saber todo lo que ocurre en el exterior, pero ir como el topo, sacando de dentro, haciendo agujero, obedeciendo tu pulsión. Si no tienes una pulsión propia sólo serás un repetidor que va a raboborrego de todas las cosas. Para mí es un insulto que me coloquen en una estantería. P. ¿Dónde se origina el arte, en el cerebro o en el estómago? R. El arte es todo un misterio. No se lo puede apropiar nadie, es telúrico. Hay que tener mucho valor para jugar con la utopía de aproximarte a él. El arte es absolutamente elitista porque sólo pueden acercarse a él algunas personas desprovistas de intereses con gran sensibilidad e inteligencia. Pero el arte no se produce para una sola persona: se produce y punto. P. Para que se compre. R. El arte no se puede comprar. ¿Quién es capaz de comprar el arte? Podrá comprarse un cuadro o una sinfonía, pero el arte no tiene amo. El arte no se deja coger por nadie. Por eso algunas personas vamos tras él como locos, pero cuanto más te acercas, más se aleja. Si fuese una mujer, te dejaría tocar un pecho, pero no que le hicieras el amor. La obra de arte es otra cosa. Está en el filo de una navaja barbera, sin movimiento posible. Si te desvías y caes a uno u otro lado, te vas a la mierda o al esperpento. Toda obra de arte que ha pasado a la historia es vanguardista, de su época. El arte abre caminos, y lo que no abre caminos no es arte. Rembrandt me parecía un mentiroso. Con el tiempo vi que no era ningún gran pintor, que sus coetáneos pintaban diez veces mejor, pero él es el artista porque se adelantaba dos siglos a su época. Eso es lo importante: meterte por la selva sin saber por dónde vas a salir. Ahí está el rollo, porque pintar bien pinta cualquiera. Lo importante es hacerte temblar a ti y luego hacer temblar al personal. P. ¿Ser artista es un negocio como otro cualquiera de ocho horas diarias? R. El artista es un perro salvaje, un lobo rabioso. Un indeseable, loco que muere rabiando. Pero artistas hay muy pocos; abundamos más los creadores. Hay quien lo coge como un oficio de ocho horas, como si trabajara en un banco, y hay otra posición de 24 horas al día, que es la mía. Hay que pasar muchas horas en el estudio trabajando, más que un obrero de la construcción. P. No tiene marchante. ¿Es posible dedicarse a esto y vivir sin intermediarios?R. Se puede vivir sin ellos, aunque es un poco más complicado. Los he tenido, pero hago lo que me sale del cuerpo. Si no se llega antes, se llega después, aunque ese no es mi interés. No estoy en contra de los marchantes ni las galerías, pero sí que estoy en contra de la mayoría de marchantes y galerías. Ahora parece ser que hay uno que reúne las condiciones: es importante y judío. Me gusta la gente que juega y apuesta fuerte. Con él voy a inaugurar un centro de arte contemporáneo en Costa Rica. Voy a poder colgar obra grande, porque como soy enano me gusta pintar grande. P. Hace unos años trabajaba un formalismo soberbio. R. Eso es cuando pintaba con pinceles. Ahora he cambiado de lenguaje. P. ¿Su obra ya no tiene retorno a las formas concretas? R. Una de las constantes que tiene que tener una persona con alguna pretensión es ser infiel. Yo no puedo mantener ninguna fidelidad: ni conmigo mismo. No tengo patria ni padrón. Soy inseguro, absurdo y payaso. Lo que estoy haciendo ahora es absolutamente necesario para mí. Creo en ello. Me encantan las formas que estoy haciendo porque estoy libre de ataduras. No quiero saber cómo voy a resolver una pieza. La obra se va componiendo, me habla, la reestructuro... P. ¿Gobierna usted a la obra o ella le gobierna? R. Hay un diálogo. Ella me dice, yo le digo. Si el espectador tuviese la oportunidad de ver el proceso conocería la maravilla. Giras de norte a sur. Lo que había sido negro, de repente, es rojo o blanco. Lo importante es esa lucha, ese proceso deslumbrante. La obra sólo es la consecuencia. P. Usted es muy visceral creando. Pinta sobre el suelo con el abdomen doblado y las piernas estiradas. R. Siempre trabajo a ras de suelo. La pincelada ha de tener la frescura. Si pintas en vertical, las pinceladas parecen bobas, les falta energía. No se le da la misma energía a una pincelada en vertical que en horizontal. La ley de la gravedad es muy importante porque cuando gestualizas sobre el suelo hay un peso y una voluntad, mientras que cuando gestualizas sobre un cuadro en vertical, chorrea, goteas. La fuerza está ahí y una pincelada es el todo porque tu fuerza está implícita en la plástica. El lenguaje que le es propio a la plástica es la propia plástica. ¿Materiales? Los que sean: una estufa, un bidón... P. ¿Se reconoce en su obra? R. Algunas veces; no muchas. El miedo es un elemento que nos atenaza. Es criminal; no te deja vivir. Tienes que sobrepasar todos los condicionantes: los económicos, la aceptación y tu descontento. Cuando haces algo sabes si va estar bien visto, que lo vas a vender bien, pero también sabes que eso no es lo que tú quieres. Lo que quieres es hacer una marranada, la más bonita. ¡Cuántas obras he roto! Si te gusta lo que haces, algo va mal. La obra no tiene que gustarte, tiene que revolucionarte el estómago: ése eres tú. P. En 1976 realizó un estudio de integración de los enfermos mentales en procesos creativos. ¿El arte cura o simplemente alivia? R. El arte no se puede utilizar. Ni cura, ni sana: no se puede meter en una pastilla. El arte está en la nebulosa de Andrómeda: no es tangible. Pero puede modificar comportamientos, y en ese sentido puede curar anemias y alopecias. P. ¿Se corre el peligro que las obras sean sólo asequibles para notarios? R. El arte se ha convertido en un objeto de cambio. El objeto acaba desapareciendo de su contexto intrínseco para ser firmado por fulano o por mengano y tiene una función de prestigio social y de inversión. La obra importante, está claro, no la van a comprar los albañiles, sino la gente de recursos. Se ha establecido una escala de valores que no tiene nada que ver con el arte ni con la calidad. La obra de arte es absolutamente elitista, porque el creador, que juega y se estrangula, es un tipo absolutamente elitista, extraño, que está al mismo nivel que el espectador que recibe las emociones que ha sentido el artista. Pero este elitismo está más en el goce que en el dinero porque la sensibilidad no se compra. P. ¿Hacia dónde va el arte? R. La sociedad se imbrica más en las innovaciones. El arte y la ciencia hoy todavía van por caminos distintos, pero, siendo el arte una punta de lanza del pensamiento tiene un paralelismo con la ciencia, aunque son mundos que convergen o divergen según el momento. La vanguardia artística está durmiendo ahora mismo, mientras la ciencia se ha adelantado y está indicando el camino. La ciencia ya no tiene barreras porque se ha liberado de la religión. La ciencia está clonando y abriendo una dimensión insólita para el arte. Nada se va a parecer en el futuro a un cuadro. Ni va a estar en los ordenadores ni en las pantallas. El arte va a ser otra cosa. Se va a hacer arte con hombres, pollos, cerdos. Se van a hacer esculturas de carne viviente. Ése va a ser el arte. Lo de la clonación no lo va a parar nadie. Va a ser una revolución que lo va a cambiar todo.

"El futuro del arte no estará en los ordenadores. La ciencia, con la clonación, abre un nuevo camino"

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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